Este pasado sábado falleció, tras penosa enfermedad, en Gijón un cangués de pro y gran aficionado al mundo del deporte, Ricardo Soto Zardón, más conocido por «Calín», persona entrañable, muy conocida en Cangas de Onís y en buena parte de la comarca del oriente de Asturias, pues estuvo vinculado profesionalmente durante muchos años, hasta su jubilación, a la oficina del Banco Herrero, en la vieja capital del Reino de Asturias, de la que llegó a ser director. El funeral por su eterno descanso se ofició en la tarde de ayer, lunes, en la iglesia parroquial de Santa María, en la ciudad canguesa, al que asistieron decenas de vecinos y conocidos que quisieron darle el último adiós.

Calín, que contaba 82 años de edad, estaba considerado como uno de los históricos jugadores del Cánicas AC que formaron parte de la época dorada de club, en tiempos de la denominada «ruta del oro», cuando el equipo se codeaba con lo más granado del balompié asturiano. Período de tremendo furor futbolístico, al lado de compañeros como Minico, Piruqui, Recorín, Mori, Poliar, Tanario, Chus..., allá por la década de los cuarenta del pasado siglo. Eso sí, una fructífera etapa que desembocó, al final, en la desaparición de la entidad por un tiempo. Anteayer, en los prolegómenos del «playoff» de ascenso a Primera regional entre el Cánicas y el Real Juvencia de Trubia se guardó un emotivo minuto de silencio en el Nuevo Santa Cruz en memoria del que fuera uno de sus más carismáticos jugadores.

Desde siempre fue una persona aficionada a los deportes, sobremanera, a la montaña. Inculcó a sus vástagos esa pasión, llegando alguno de ellos a sobresalir en una disciplina tan arraigada en la zona sellera como el piragüismo -los ex palistas internacionales Calo y Ton Soto Zaragoza, vencedores de distintas ediciones del Descenso Internacional del Sella, además de pioneros en el turismo de navegación por los ríos de la comarca-, así como en otros deportes de aventura -Kike-, todo un experto en montañismo y parapente. Apegos que también han ido calando entre sus nietos, casos de Guillermo Soto Peña, una de las grandes promesas del golf nacional, o Ton Mendoza Soto, quien en la actualidad luce la elástica del infantil del Cánicas AC. En sus años mozos, a un lado el fútbol, también atraía a «Calín» Soto el atletismo, tiempos en los que los chavales de Cangas contaban con un monitor de la talla del gijonés Víctor Lechosa -quien fuera uno de los fundadores poco después del grupo de montaña Peña Santa, entidad de la que Calín llegaría a ser presidente-. En aquella disciplina llegó a ser campeón de Asturias absoluto en la especialidad de lanzamiento de jabalina, lo que propició que tuviese la oportunidad de representar a Asturias en los Campeonatos de España. Sin duda, todo un premio para los jóvenes atletas cangueses en una época dura y difícil, en la que solían entrenar careciendo, lógicamente, de infraestructuras deportivas en esta ala de la provincia.

Una vez centrado en su actividad laboral, «Calín» Soto trataba con mimo a su abundante clientela en la sucursal del Banco Herrero. Girar visita a esa entidad bancaria era acercarse a conversar más con un amigo que con un director al uso. Supo ganarse la confianza de sus clientes, y éstos, cada vez que iban a realizar alguna gestión, se topaban siempre con una buena persona, amiga de sus amigos. Nunca le gustó el afán de protagonismo y prueba de ello es que no hace tanto se barajó proponerle al premio de trayectoria deportiva en la Gala del deporte de Cangas de Onís. No llegó a disfrutarlo, ya que alegaba cualquier motivo para evitar lo que hubiese sido un merecido reconocimiento público.

Me queda en el recuerdo la figura atlética, ya jubilado, de «Calín» Soto caminando con paso firme, puntualmente cada tarde, desde el cangués barrio de Contranquil -donde residía-, portando un palo de madera en la mano y acompañado de sus canes, rumbo hacia alguna de sus tradicionales rutas senderistas por los montes de la zona. Y es que su vida estuvo siempre muy ligada a la práctica de la actividad deportiva.

¡Descanse en paz!