Llanes, María TORAÑO

Varios vecinos de Llanes, San Roque, Balmori, Pancar, Purón, Celoriu y Poo sufrieron las consecuencias de una lluvia torrencial registrada en la madrugada del martes. El agua comenzó a caer con muchísima fuerza en torno a la una de la mañana y en cuestión de minutos varios puntos del concejo quedaron anegados. De hecho, el teléfono de Emergencias recibió el primer aviso a las 1.07 horas desde Balmori, lugar al que se movilizaron los bomberos de Llanes. Cuando llegaron al lugar verificaron que no había afectados y levantaron una arqueta para que el nivel del agua bajase. Leopoldo Rozas vive en el barrio de Las Caleyucas y ayer explicó que se tupió un sumidero y el agua subió rápidamente. Este vecino aseguró que dentro de su casa el nivel llegó a los diez centímetros de altura, «pero lo logramos achicar y no pasó nada porque estuvimos atentos». De hecho, su puerta lucía un tablón de madera forrado de plásticos debidamente colocado para evitar la entrada del agua. En otro punto del pueblo, en el barrio de El Corral, había más casas afectadas y algún garaje, pero al mediodía de ayer no quedaba ninguna zona anegada.

En San Roque se vieron afectadas principalmente cuatro viviendas situadas al lado de la N-634. Tino Darrosa y Verónica Castañón estuvieron en vela hasta las seis y media de la mañana. «Tenemos el suelo de tarima, que hinchará seguro, y debajo la calefacción soterrada que no sabemos aún si funcionará», explicó Darrosa. El patio trasero de su vivienda se convirtió en una auténtica «piscina» y tuvieron que salir de casa por las ventanas para evitar que al abrir las puertas el agua -que les llegaba a las rodillas- entrase de golpe. Esta pareja señaló que uno de los problemas es que la sección de la cuneta no fue suficiente para soportar el volumen de precipitaciones. «Aquí había una finca a la que llegaban todas las aguas del pueblo y se creaba una especie laguna que evitaba las inundaciones, pero se la cargaron con unas obras que están paralizadas y nadie la volvió a reponer», explicó la pareja.

José Luis Santoveña y Ramón Fernández se afanaban con las escobas para sacar el agua acumulada en la planta baja de una vivienda vacía, ya que el propietario vive en Unquera. «El desagüe está al nivel de la carretera y las casas por debajo, así que es un problema de obras públicas», protestó Fernández. Santoveña agregó que ya había subido el agua antes pero que nunca había entrado en las casas.

Al otro lado de la carretera, Elena Fervienza, avisó a la Policía local al ver que «todo empezaba a flotar dentro de la casa, hasta las zapatillas», aseguró. Esta vecina, de 74 años, explicó que la alcantarilla de su puerta «no tragaba» y al hacer memoria aseguró que nunca antes se le había inundado la casa. «Habrá que esperar al seguro", agregó. También esperaban a los peritos en el barrio de Los Higos, en Poo. Al menos tres viviendas se encharcaron durante la madrugada del martes, después de que una canalización quedase tupida. «Estábamos ya en la cama cuando oímos las gotas repicando fuertísimo en las ventanas del techo», comentó Mercedes Remis, quien dio el aviso a Emergencias a las 1.17 horas. La puerta de su casa tiene dos peldaños descendentes y el agua «entraba como una catarata a pesar de tener la puerta cerrada», aseguró. Salón, baño y cocina quedaron encharcados en cuestión de minutos y en el exterior «cubría por la rodilla», añadió. Junto a su vivienda, Felicia Amieva también sufrió daños en los bajos de algunos muebles y sofás.

Desde el Ayuntamiento, el teniente de alcalde, José Balmori, señaló que también habían sido afectadas una obra en Posada y un punto de la Autovía del Cantábrico, a la altura del cruce de Andrín, aunque por la mañana se había limpiado el desprendimiento de piedra y materiales que cayó de una zona de desmonte. «Dicen que la tromba fue superior a la de las inundaciones de 1983, pero por suerte duró muy poco tiempo», comentó Balmori.