Covadonga, M. TORAÑO

Se quedó almacenando polvo en un rincón de la Escolanía y apenas lo usaban algunos alumnos para sus prácticas. Con los años se convirtió en un instrumento destartalado para el que nadie miraba porque cerrado parecía más bien un armario viejo de madera. Ayer, tras varios años callado, el realejo -u órgano procesional- de Covadonga volvió a llenar de música la capilla de la Colegiata de San Fernando y el Santuario recuperó su voz más antigua, ya que el instrumento data de finales del siglo XVIII.

«Muchos alumnos de la Escolanía recuerdan que con sus juegos infantiles bien pudieron contribuir a su deterioro», aseguró el abad, Juan José Tuñón Escalada, para quien este instrumento es un «significativo testimonio histórico de la importancia de la música en Covadonga». El abad agradeció la aportación de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que financió la intervención, y recordó que este instrumento tiene especial relevancia ya que debido al incendio de 1777 no se conserva ninguno de épocas anteriores. A partir de ahora este instrumento tendrá una «intensa vida», agregó Tuñón.

Los restauradores Pedro Andrés García y Javier Alonso Fernández explicaron que en su interior se conservaban once tubos de madera que pudieron conservar y una docena de metal que fueron sustituidos por otros tanto nuevos de estaño. «En vez de dar una larga explicación técnica lo mejor es escucharlo», aseguraron los encargados de devolverle al instrumento su sonoridad y apariencia, tras trabajar sobre la madera de nogal sin policromar, que está adornada solamente por una cúpula en la parte superior. El realejo dispone además de un único teclado con 54 notas. El organista Fernando Álvarez Menéndez fue el encargado de arrancarle al viejo instrumento sus mejores melodías para acompañar a una treintena de jóvenes alumnos de la Escolanía del Real Sitio en su último concierto de este curso.

El director Jorge de la Vega Laria mostró su satisfacción con la restauración del realejo ya que como antiguo alumno «lo hemos visto muchos años ahí arrinconado» y añadió que el recital era el «colofón a los esfuerzos diarios de todo el curso». En el concierto -al que además del abad y de los patronos de la Fundación también acudió el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes- se pudieron escuchar piezas como una coral para órgano de Bach, la «Corrente Italiana» de Juan Cabanillas, el «Ave María» de Tomás Luis de Victoria, el tema «O sacrum convivium» de Molfino, un «Kyrie» de Ramona Luenguen, una marcha instrumental de Telemann o una cántiga a la virgen de J. M. Beovide, entre otras.