Lastres (Colunga),

María TORAÑO

Luis Manuel Inclán Zamora bajó su embarcación al puerto de Lastres hace tres meses. Desde entonces sólo ha podido salir a la mar dos sábados. El motivo es que no dispone de amarre en los pantalanes, así que su lancha tiene un amarre en boya y queda fondeada en mitad del agua, en línea con otros barcos, en una tierra de nadie a la que es imposible llegar a no ser que se disponga de otra embarcación que acerque a quien lo necesite. «Las dos veces que pude salir hasta ahora fue porque me hicieron el favor de llevarme en una chalana hasta mi barco», explica este usuario, quien en más de una ocasión ha recorrido los sesenta y cinco kilómetros que separan su lugar de residencia del puerto llastrín y se ha tenido que regresar sin éxito.

«Preparas los bártulos de la pesca, la comida para el día y te toca dar media vuelta para casa porque a lo mejor no hay nadie que te arrime», asegura Inclán, quien sufrió esa situación mismamente el jueves pasado, aunque ya le había pasado más veces.

Inclán agrega que si se tiene la suerte de poder salir al mar siempre queda el problema de si habrá alguien en el puerto al regresar que le pueda acercar a la orilla o tendrá que «hacer noche en el barco o salir nadando», comenta con ironía. Como este aficionado al deporte náutico hay al menos otros quince propietarios amarrados en Lastres en la misma situación: no se puede llegar a sus embarcaciones sino es empleando otra de apoyo.

El Gobierno del Principado proporciona en estos casos una barca destinada específicamente a facilitar ese servicio a los usuarios, pero la de Lastres lleva un mes aparcada en seco. «La chalana naranja está ahí metida, al lado de los pantalanes, y no le dan uso ninguno, porque antes de echarla al agua tiene que venir algún técnico a matricularla y darle el visto bueno», explica Inclán. Los usuarios temen que con la llegada del verano y de los meses de vacaciones los papeleos burocráticos se sigan prolongando, se olviden los trámites y llegue septiembre sin que les hayan dado una solución.

Antes había otras lanchas pequeñas desperdigadas por el muelle que daban el servicio, pero la Dirección General de Puertos ordenó retirarlas y prometió proporcionar una cuanto antes. Es la que lleva semanas guardada, explica Inclán. «Nos tememos que va a ser un verano perdido sin poder salir al mar, pero nosotros la cuota la pagamos igual y no nos están proporcionando los servicios a los que tenemos derecho», matizó Inclán, para quien el Principado y el Club Náutico Bahía de Lastres «se pasan la pelota unos a otros en cuanto pides explicaciones y parece que aquí nadie sabe nada».

Quienes no disponen de amarre en los pantalanes y dejan sus barcos fondeados pagan aproximadamente unos 300 euros anuales, aunque los costes varían según los metros de eslora y el tipo de embarcación que se tenga, ya que este sistema lo emplean veleros, lanchas de motor de todos los tamaños y las tradicionales chalanas de madera y remos. «Es una pena que un puerto en un sitio tan guapo como Lastres y que está tan bien situado por su cercanía con Oviedo esté tan dejado», manifestó este usuario.