Ribadesella, Bárbara MORÁN

La Consejería de Cultura ha suspendido de empleo y sueldo a Alfonso Millara, director-conservador de la cueva de Tito Bustillo y de las otras doce cavernas del oriente asturiano. El pasado 9 de abril, una abogada de la Consejería, junto a una secretaria y al jefe de servicio de Conservación de Patrimonio, José Luis González, entraron en el despacho de Millara y le informaron de que quedaba suspendido de empleo y sueldo. A continuación, lo echaron del recinto, sin permitirle siquiera recoger sus pertenencias personales.

El Gobierno del Principado ha abierto un expediente disciplinario a Millara por «presuntas irregularidades relacionadas con la gestión del cobro y exención de tasas de entrada y visita a la cueva de Tito Bustillo», según se recoge en el documento, firmado por la consejera de Cultura, Mercedes Álvarez, y el director general de Patrimonio Cultural, José Luis Vega.

Millara, el mismo día que fue suspendido, solicitó la baja médica debido al shock emocional que sufrió tras ser abordado en su despacho y acusado de haber cometido irregularidades en su puesto de trabajo. También a la hora de darse de baja encontró Millara trabas, ya que hubo una llamada desde la Consejería a la Inspección Médica del Hospital de Arriondas, en la que se sugirió que no se le debía conceder la baja, según el afectado.

Ante este panorama, el cuidador de la más famosa cueva de arte rupestre de Asturias suma tres meses suspendido de empleo y sueldo y sigue sin saber aún qué irregularidades se le achacan. Millara fue rotundo: «no las hay. Si tuvieran algo ya se habrían encargado de divulgarlo y de tomar las medidas legales oportunas», destacó el responsable de Tito Bustillo.

Muy afectado por las acusaciones «injustas» que se vierten sobre él, afirmó que en la Consejería de Cultura hay una «podredumbre y una dictadura férrea y en base a estos principios se toman las decisiones». Para justificar sus acusaciones dio ejemplos: «llegué incluso a recibir escritos de la Consejería en los que se me ordenaba callarme, no hablar con la prensa, no dar mi opinión sobre el estado de la cueva y no denunciar acciones que perjudiciales para la conservación de la caverna», aseveró.

Con la suspensión cautelar de un cargo que llevaba desempeñando desde el año 2000 y al que accedió tras pasar una oposición, Alfonso Millara, defiende su derecho a saber cuáles son las supuestas irregularidades que cometió y que justifican que se le haya tratado «como a un delincuente».

«No puedo ni entrar a recoger mis cosas. Es muy triste llegar a esta situación, pero el tiempo pondrá a cada uno en su sitio», subrayó. Con el ánimo de defender su inocencia y a la vista de que aún no hay ninguna acusación firme, ni pruebas sobre la mesa contra Millara, varios miembros del comité de empresa de la Consejería de Cultura se personaron a mediados de abril en las instalaciones de Tito Bustillo para reivindicar que Millara pudiese coger sus objetos personales. No consiguieron su objetivo y fueron expulsados del recinto.

A pesar de que indirectamente se le está acusando de «ladrón», a Millara ayer lo que más le preocupaba era la cueva de Tito Bustillo. «La están matando porque está sin protección, ni control», denunció. «Todo el mundo tiene llaves, y hasta sé que se hacen visitas "VIP" por las noches para "amiguetes"», aseveró el expedientado.

Millara, tras dedicar media vida a Tito Bustillo, reivindicó su derecho a que se le diga qué irregularidades cometió y que se le dé «un trato respetuoso mientras no se demuestre nada, que ya avanzo, que no hay nada que demostrar porque no hice nada, sólo mi trabajo», concluyó.

El expediente está ahora pendiente de un juicio por la vía penal, aunque para que haya un juicio deben presentarse pruebas y una acusación contra Millara. Pero, hasta el momento, Cultura no ha hecho ninguna de las dos cosas.

Además y a pesar de que la última palabra en este despido la tendrá el juez, la Consejería de Cultura ya ha editado folletos nuevos de la caverna de Tito Bustillo en los que se ha eliminado el nombre de Alfonso Millara, que aparecía hasta ahora como cuidador y como persona encargada de facilitar información al interesado.

El «caso Millara» guarda gran similitud con el despido, hace unos meses, de Pepe el Ferreiro como director del museo Etnográfico de Grandas de Salime. Un despido este último también inesperado, que un juez ya ha calificado de improcedente.