Los Corrales de Buelna (Cantabria), Rebeca AJA

La Asociación de Criadores de Ponis de Raza Asturcón (ACPRA), con sede en Piloña, ha participado, por segundo año consecutivo, en las Guerras Cántabras, una multitudinaria fiesta de interés turístico nacional que este año ha celebrado su décimo aniversario con un importante salto internacional, ya que ha contado con la participación de varios grupos de recreaciones históricas de Italia. Un empuje más para un evento de cuidado realismo al que ha vuelto a sumarse el asturcón para figurar en dos de las escenas cumbre de la programación anual: la llegada del general Agrippa para exterminar las insurrectas tribus cántabras y el paseo triunfal del emperador Octavio Augusto tras la proclamación de la Pax Romana.

ACPRA volvió a elegir a los asturcones «Alí» y «Palomero» para tirar de la biga (carro de dos caballos habitual del mundo romano) que portó a las máximas autoridades romanas en el colofón de la décima edición de las Guerras Cántabras, celebradas en la localidad cántabra de Los Corrales de Buelna. El tronco de caballos, guiado por el director técnico de la asociación, Lucas Lorenzo, desplegó ante las gradas repletas de público del Circo Máximo el «paso portante» (consistente en mover las dos patas de un mismo lado a la vez) que históricamente puso al poni astur en el punto de mira del Imperio Romano para servir a sus legiones.

Los criadores, conscientes de la tarea de conservación, divulgación y promoción de la raza dentro y fuera de Asturias que le corresponde, ha repetido experiencia y lo ha hecho con éxito. El poni asturcón sigue siendo el elegido para añadir más veracidad a la recreación de las guerras acontecidas entre las tribus cántabras y las legiones romanas entre los años 29 a 19 AC.

Diversa documentación histórica recoge la participación del asturcón en la conquista romana. También la consideración de este poni (125 centímetros de alzada media) como animal de culto objeto de ritos religiosos como su sacrificio, en las noches de plenilunio, a modo de ofrenda al dios de la guerra. Varios autores citan la costumbre de las tribus astures de beber la sangre y comer el corazón del asturcón, creyendo ser poseedores, así, del mismo arresto que sus monturas. El sometimiento a Roma obligó al alistamiento de muchos astures y a sus caballos a ser trasladados a la capital del Imperio, donde su fama no cesó de crecer.

El ganador de la décima edición del Concurso de carteles de las Guerras Cántabras fue el diseñador Luis Enrique Gutiérrez Serrano, natural de Navia (Asturias) con el cartel presentado bajo el lema «Solo puede quedar uno». Se llevó 601 euros en metálico y un trofeo.