Villamayor (Piloña),

Ramón DÍAZ

Ocho de los nueve integrantes del comité de empresa de la planta de Chupa Chups en Villamayor hicieron ayer balance tras el acuerdo alcanzado con la compañía para el cierre o la venta de la fábrica. Dado que el principal objetivo de los sindicalistas era la continuidad de Chupa Chups en Piloña, el pacto con la empresa fue calificado ayer de «mal menor», según señaló Toni Sánchez, integrante del comité.

Los sindicalistas, que se proclaman «moderadamente optimistas», aseguran que han «arrancado» a Chupa Chups «el máximo posible, todo lo que se pudo», a la vista de su empeño en cerrar, ya que «ni siquiera la intervención del Principado en favor de la continuidad de la planta convenció a la compañía».

Los sindicalistas saben que, una vez cerrado el plan social, aún les queda mucho trabajo por delante: tendrán que reanudar las negociaciones con la empresa después de la huelga general del día 29 (no han fijado fecha concreta), para debatir el plan industrial, que incidirá en la venta de la fábrica y en la recolocación de los trabajadores despedidos. Resta por consensuar con Chupa Chups el nombre de la empresa consultora que se encargará de buscar comprador para la fábrica y nuevos empleos para la plantilla. Saldrá de entre las cuatro que han presentado proyectos, dos de ellas designadas por la empresa y las dos restantes por los sindicatos.

El debate del plan industrial estará protagonizado por tres representantes de Chupa Chups y otros tantos de los sindicatos (UGT, CC OO y USO). Toni Sánchez señaló que incluso con el texto definitivo del plan social firmado aún quedan algunas «pequeñas dudas», sobre todo en torno a los empleados que decidan trasladarse a la fábrica de Chupa Chups en Barcelona, que tendrán seis meses para decidir si permanecen en Cataluña o si renuncian al empleo y se acogen a la indemnización por despido pactada en el plan social (55 días de sueldo por año trabajado, con un máximo de 42 mensualidades).

El comité de empresa tuvo un recuerdo para el único ausente, su presidente, Ovidio Solares, aquejado de una enfermedad que se agravó notablemente debido al estrés que le provocó el conflicto desatado en torno a la fábrica de Chupa Chups tras anunciar la empresa su intención de cerrarla.