Mestas de Con (Cangas de Onís), Alba SÁNCHEZ R.

No hace mucho tiempo que las escuelas rurales donde la dedicación de un maestro vocacional enseñaba diferentes disciplinas a grupos de niños de diferentes edades era lo habitual por todo los rincones de España. Hoy se pueden contar con los dedos de una mano escuelas a la antigua usanza, donde el número total de alumnos es el de una clase de cualquier curso de un gran colegio.

Ése es el caso de la escuela agrupada de la localidad canguesa de Mestas de Con, donde dos maestros, Encar Somonte y Gustavo Fernández enseñan a 26 niños de 3 a 11 años de edad, divididos en dos grupos, once en Infantil y quince en Primaria. Todo ello sin descuidar el temario aprobado por el Ministerio de Educación y Ciencia, y con maestros especializados en Inglés, Educación Física y Música, que acuden al centro según las necesidades semanales. Los niños de Mestas no sólo aprenden las diferentes materias educativas, sino que crecen en valores como es el respeto o la convivencia.

Para estos maestros vocacionales las escuelas conjuntas son todo ventajas, no lo cambiarían por nada, confesaba Fernández, tras casi veinte años en escuelas rurales. Su experiencia les dice a los maestros que en estas escuelas pequeñas la implicación de las familias es mayor y se sienten todos como una gran familia. Además, resaltaba que el fracaso escolar es mucho menor que en otras grandes escuelas, ya que tienen tiempo para todos los niños. Fernández subrayó que es un mito que los más pequeños retrasen en habilidades a los mayores.

Según Somonte, la única diferencia real está en que «existen escuelas que tienen como principio el respeto a la identidad de las personas, niños y adultos, y otras donde no son capaces de respetar esa identidad. Hay escuelas que dedican todo su esfuerzo y energía en marcar límites, crear estructuras, hacer cumplir reglas y marcar la uniformidad, y las que ponen todo su empeño en desarrollar capacidades, traspasar las fronteras de lo establecido y convivir con lo diverso y lo plural de forma absolutamente natural. Y todo esto se puede vivir tanto en un gran colegio como en una pequeña escuela rural. Todos nosotros somos quienes decidimos qué escuela queremos», apostilló.

Somonte, recién llegada al centro, quiso que el aula de Infantil, su responsabilidad, estuviera marcada por la alegría de los más pequeños, no sólo como un centro de estudio, sino también como un centro agradable donde lo lúdico y el aprendizaje fuesen de la mano. Picó las puertas del Ayuntamiento cangués para que se diera una lavada de cara a las paredes y se abriera un tabique para que toda el aula de Infantil estuviera conjuntada. Contó con la colaboración de la asociación cultural canguesa «Atlas», que de forma totalmente desinteresada realizó la decoración ambiental, incluso reciclaron una vieja tabla para construir un castillo donde los niños puedan pasar el tiempo de ocio. El espacio infantil resultó más atractivo para los niños a la hora de tener que abandonar por unas horas su vida familiar y familiarizarse poco a poco con la vida escolar. A veces estas escuelas por tener pocos alumnos están un poco olvidadas, pero la implicación familiar es mayor. La escuela de Mestas pertenece al Colegio Rural Agrupado (CRA) de los Picos de Europa, al que pertenecen también las de San Juan de Beleño, en Ponga, y Benia de Onís.