Oviedo, Sara ARIAS

El juicio contra el ganadero llanisco R. I. G. por un delito de daños y obstrucción a la justicia quedó ayer visto para sentencia. El fiscal del caso elevó a definitivas las conclusiones del escrito de calificación, en el que solicitaba para el acusado una pena de dos años de cárcel y el pago de una multa de 4.000 euros. R. I. G., propietario de una empresa de productos agropecuarios, fue denunciado en 2009 por el entonces secretario de la Agrupación de Vecinos y Amigos de Llanes (AVALL), Domingo Félix Goñi Tirapu, por haberle roto la luna y una ventanilla de su vehículo. Goñi asegura que «lo hizo en venganza y represalia» por haber presentado previamente una denuncia acusándole de verter purines en La Pesa de Pría.

El acusado negó los hechos durante la celebración de la vista oral, ayer, en el Juzgado de lo Penal número 2 de Oviedo. Su defensa argumenta que Goñi no puede probar que los hechos ocurrieron. De este modo, la defensa solicitó la libre absolución de R. I. G. En el juicio declaró también el denunciante, quien ratificó el contenido de la denuncia que formuló en su día en las dependencias policiales. «Me estaba diciendo que si yo lo iba a joder en el Juzgado él me iba a joder a mi», declaró Goñi en el Juzgado en alusión al momento en el que supuestamente el ganadero le habría destrozado los cristales de su furgoneta.

La acusación particular presentó en el transcurso de la vista oral nuevas pruebas, que no habían sido aportadas con anterioridad: fotografías en las que aparece el supuesto agresor con otro individuo en el lugar de los hechos. «Las saqué después de que me reventase la furgoneta», aseguró Goñi.

La acusación particular también solicitó la declaración de un testigo que identificó a R. I. G. como el autor de los hechos. El testigo aseguró que pasaba por allí y que presenció una discusión. «No sé lo que decían. Luego le dio dos golpes con una barra de hierro a la luna», testificó esta persona en la sala.

En el juicio también declaró en calidad de testigo un agente de la Guardia Civil que participó en la instrucción de las diligencias. Dijo que el cristal estaba roto desde fuera, pero que no había huellas dactilares que identificasen al autor material de los hechos.