Llanes, María TORAÑO

Los obreros llevan casi diez meses dragando y picando el suelo, los muros y las paredes de piedra del puerto interior de Llanes. Desde el pasado 29 de enero -fecha en la que se iniciaron las obras- los trabajos han sido constantes para darle a la dársena la profundidad necesaria y eliminar algunos espigones -como el de la playa de El Sablín- y salientes sobrantes de los laterales. Desde el jueves, la intervención ha dado un paso más y los esfuerzos se centran en la construcción de la compuerta que cerrará y abrirá el paso al agua del mar.

Las obras de acondicionamiento del puerto interior de Llanes cuentan con 20 meses de plazo para su conclusión, hasta septiembre de 2011, aunque, según anunciaron los representantes de la Consejería de Medio Ambiente el pasado mes de julio, podrían quedar finalizadas ya en mayo. Por este motivo, alcanzan su ecuador con buenas perspectivas de avance. De hecho, además de los operarios y de la grúa que actuaban en la zona que ocupará la compuerta -cerca de la actual rula y frente a la calle que baja del barrio de La Moría- ayer también trabajaban varias excavadoras en la playa de El Sablín y frente a la Casa del Mar. Esta frenética actividad contrasta con la del inicio de las obras, cuando actuaba una sola pala.

El montaje de la compuerta es de vital importancia para el progreso de las obras, ya que, de cara al invierno, es necesario desmontar el dique construido frente a la lonja que permite trabajar en seco. El patrón mayor de la Cofradía de Santa Ana, Ángel Batalla, comentaba hace unos días que, en cuanto lleguen los primeros temporales, ese muro de arena y piedras puede ser un peligro para el puerto pesquero, ya que el oleaje puede rebotar y afectar a las embarcaciones de los marineros. Batalla fijaba el mes de noviembre como fecha idónea para retirar el dique artificial y dejar habilitada la compuerta. Durante algunos meses se barajó la posibilidad de construir una esclusa, pero, tras las primeras inundaciones por filtraciones marinas, en el mes de julio, se rechazó esa idea y se volvió a la original de la compuerta, mucho más sencilla en cuanto a funcionamiento que la esclusa, pero que exige un mayor dragado.

Desde que comenzaron las obras se han sucedido diversos inconvenientes. Primero fueron las intensas lluvias de mediados de junio, que ocasionaron una inundación de la zona en obras, y, tan sólo un mes después, una filtración llenó de nuevo la dársena de agua. En aquel momento el agua entró por debajo del Fuerte y del barrio de La Moría, una zona cárstica, es decir horadada por cuevas, a través de las cuales se filtra el agua de mar.

Ese hecho se repitió a finales de septiembre y la semana pasada las fuertes tormentas volvieron a inundar la zona. También se originó un socavón a principios de julio, en la carretera que bordea la dársena llanisca, justo al lado de la zona de obras. Esa carretera suele ser transitada tanto por coches como por camiones de reparto, peatones y por los operarios de las obras. Por suerte, no hubo que lamentar ningún accidente -aunque el suceso se produjo a escasos metros de la terraza de un restaurante- y se tapó el agujero que, actualmente -cuatro meses después-, muestra síntomas de deterioro y numerosos baches.

Cada vez que se anega la dársena, las máquinas deben parar hasta que vuelve a reducirse el nivel de agua, para lo cual se suele necesitar un par de días, a pesar del inteso trabajo de las bombas automáticas. Por ese motivo, la actuación sobre la compuerta está avanzando a marchas forzadas. La intervención contempla un presupuesto de 5,4 millones de euros y la instalación de pantalanes flotantes a lo largo de toda la longitud de la dársena y en ambas márgenes, desde la bocana de entrada hasta el puente sobre el río Carrocéu, para dar servicio de amarre a unas 140 embarcaciones.