Ribadesella asiste estupefacta a la enésima pelea en el seno del equipo de gobierno municipal entre Izquierda Unida y el PSOE, ese matrimonio de conveniencia montado sobre una especie de separación de bienes («esto es tuyo y esto es mío»), pero al que le faltan por completo el cariño mutuo y el entendimiento. A mí, francamente, no me coge de susto, pues entre la gente que se mueve en la órbita de ambos grupos nunca ha habido sintonía -ni antes ni ahora-, sino incomprensión y recelo. Lo que nunca acabé de entender es por qué IU se metió en este tinglado, aunque a la vista de lo único que se conoce públicamente del pacto de gobierno (los sueldos que iban a percibir) las cosas empezaron a colocárseme en su sitio. Y precisamente por eso, por la nómina, barrunto que por mucha bronca que escenifiquen no va a haber dimisiones ni divorcios. Allá ellos, aunque el espectáculo que ofrecen es más propio de un corral de comedias que de un gobierno municipal.

Todo podría quedar en eso, en una especie de sainete local, si no fuera por las consecuencias -nada graciosas- que sus desavenencias matrimoniales tienen para la ciudadanía. Un ejemplo paradigmático lo acaba de ofrecer este «equipo» de gobierno con el asunto de la indemnización del Principado por las recientes inundaciones que sufrió el concejo, cuyos daños en los bienes públicos fueron tasados por el departamento de Obras en 240.000 euros, tal como informó el concejal de IU Paco Vázquez, responsable en principio (y recalco «en principio», pues él mismo lo va a poner en duda, como se verá más adelante) de esa gestión. La sorpresa desagradable llegó cuando el Principado sólo concedió a Ribadesella 60.000 euros, lo cual -aparte de perjudicar notablemente al concejo- desató una nueva pelea entre los socios de gobierno, ya que IU criticaba al Principado por su «racanería» y el Alcalde lo defendía a capa y espada, acusando a su vez a IU de haber solicitado la subvención de manera equivocada, ya que Paco Vázquez no había tramitado la solicitud por vía de infraestructuras (donde las subvenciones son hasta del 90 por ciento), sino por la vía de catástrofes, donde la cuantía de las ayudas es mucho más limitada.

Paco se defiende diciendo que él no sabía cuál era la mejor de las vías para la solicitud (grave descuido político el suyo, pues su obligación es saberlo o averiguarlo) y que dejó en manos de la Consejería la decisión sobre el asunto, con lo que en Oviedo optaron por la vía catástrofes para ahorrarse una pasta. Grave es también esa postura a lo Pilatos del Principado, que se lava las manos ante el error de precisión en el papeleo riosellano y se aprovecha de ello (me río del juego limpio de la Administración) para quitarle fondos a la recuperación de Ribadesella tras su desgracia. Y Paco, acorralado, desvía la responsabilidad última hacia el Alcalde, al que acusa de que firmó esa misma solicitud de subvención y no hizo un seguimiento ni dijo nada acerca de por qué vía debería haberse tramitado. Por lo visto en este Ayuntamiento, es normal hacer así las cosas, es decir, que el Alcalde firme sin rechistar todo lo que los concejales de IU le ponen por delante en las concejalías de su «propiedad». Dicho de otra forma, cada mitad del gobierno parece que se considera dueña de «lo suyo» y, en consecuencia, hace propaganda de sus logros, tal como se ha visto en algunos boletines que han sacado ambas fuerzas, como si hubiera dos ayuntamientos distintos y dos alcaldes.

Pero cuando las cosas salen mal, como ahora, nadie saca pecho y la responsabilidad última se la adjudican al Alcalde, por haber firmado el documento, lo cual es cierto, pero también debe serlo en aquellos casos en que las cosas salen bien, por mucho que los concejales de la otra mitad se pongan medallas y se hagan fotos para la prensa. La situación de Ramón Canal en esta Alcaldía devaluada es, ciertamente, muy poco envidiable. Su capacidad para corregir la situación tampoco lo es, ya que a estas alturas de la película no ha conseguido fortalecerse políticamente (más bien al revés, al debilitarse el Grupo Socialista en el Ayuntamiento tras la dimisión forzada de Minordo) y sólo puede aspirar a mejorar su posición política en unas elecciones municipales. Y las consecuencias para la ciudadanía, cuando el matrimonio municipal hace agua y los cónyuges se tiran de los pelos para eludir sus responsabilidades, pueden ser -y son- nefastas. De aquellos lodos, estos polvos...