«Cabraliegos, ahí os quedan estas sencillas piedras. Están confiadas a vuestra cultura. Vosotros las respetaréis, no por lo que valen, sino por el alto valor de la idea que representan».

Quien así habló una soleada mañana del 15 de octubre de 1933 ante más de 2.000 personas que homenajeaban al marqués de Villaviciosa se llamaba Julián Delgado Úbeda -conocido también por el arquitecto de la montaña-, quien diseñó el monolito de piedra siendo presidente de la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, impulsora del mirador y homenaje a don Pedro Pidal en Poo de Cabrales, al que se suman, mediante colaboración económica, grupos de montaña de Gijón, Oviedo, León, Reinosa, Béjar, Burgos, Barcelona, Tolosa, Bilbao, Zaragoza y Granada, además de los ateneos de Gijón y Cabrales, vinculados igualmente a la cultura montañera.

El programa de actos se desarrolla según lo previsto, recepción de los excursionistas a las once de la mañana, inauguración del monumento con el corri corri danzando, cantos regionales y diversos discursos, entre otros, del homenajeado, del alcalde de Cabrales Pedro Trespalacios, de José Santos por el Ateneo Cabraliego, de Antonio Onieva como director de «La Voz de Asturias», pero llaman necesariamente la atención las palabras del diputado provincial por Llanes Juan Antonio Pesquera cuando, refiriéndose a Pidal, dice «merced a sus hazañas, de las que se han hecho eco en España y fuera de España, principalmente autorizadísimos portavoces, nos visitan anualmente una cantidad de turistas que cada año va en aumento..., y eso, debidamente encauzado, puede significar y será una de las principales fuentes de riqueza de Asturias».

Finalmente, la comida oficial se realiza en la Fonda de los Picos de Europa, de Miguel Morán, que si en la primera edición de nuestros premios «Ascatur» fue mencionado por prestar servicios turísticos innovadores en Cabrales, hoy conviene recordarlo por ser el delegado del Grupo Peñalara en Arenas de Cabrales. Es manifiesto el papel que la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara tiene en el desarrollo del turismo de montaña en Cabrales, y a estos hechos hay que sumar uno aún más relevante si cabe, que es el diseño y construcción del refugio Julián Delgado Úbeda en la Vega de Urriellu, inaugurado en el año 1955 coincidiendo con la celebración de los 50 años de la primera escalada al Urriellu.

Por haber sido una pieza clave en el desarrollo del turismo en Cabrales, promoviendo infraestructuras vinculadas a la cultura montañera, y por haber divulgado a través de su revista los valores medioambientales y culturales de los Picos de Europa, Ascatur concede el premio «Urriellu» 2010 a la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara.

Este año, el premio «Cabraliegos», que distingue a aquellas personas o instituciones que destacan en la promoción del concejo y de sus señas de identidad ha sido otorgado a los integrantes de la primera comisión del Certamen del Queso de Cabrales, celebrado el 1 de septiembre de 1968: Pepe Carrera, Paco Arenas, Siso Noriega y Luis Cendón.

El año 2010 será recordado por cumplir el Certamen del Quesu 40 años, 40 años de vida y 40 años de trabajo discreto y anónimo de muchos cabraliegos para conseguir que la idea que surgió en un viaje en coche de Cabrales a Oviedo por dos visionarios de espíritu inquieto, Pepe y Paco, se convirtiera con el paso de los años en una cita ineludible entre las fiestas gastronómicas de Asturias.

Si Pepe Carrera, después de ser maestro de muchas generaciones de cabraliegos entre los que me incluyo, me preguntara para qué me sirvieron sus clases, le contestaría sin dudar que para darme cuenta que mi güela tenía razón: lo más importante para un agricultor, para alguien que disfrute trabajando su tierra, es la semilla.

Y lo más grande de la idea de aquellos cuatro amigos en aquel verano del 68 fue plantar una semilla que, se puede decir, explica la historia de los últimos 40 años en el concejo. Y lo explica porque su idea tuvo, a mi entender, las dos virtudes necesarias para que un proyecto como el suyo triunfara: enraizarse en la tradición y sabiduría de la cultura cabraliega recogiendo su producto estrella y crecer hacia su divulgación con la puesta en valor del legado de sus antepasados como bandera para traer visitantes a Cabrales.

No es suficiente tener recursos, hay que saber ponerlos en valor, y eso, por desgracia, es mucho más difícil que el hecho de tenerlos y no valorarlos. Un pueblo que no agradece la labor de sus ciudadanos es un pueblo huérfano, y no tener referencias no es precisamente el camino para descubrir y aprovechar las oportunidades que nos depare el futuro.

Con este sencillo homenaje queremos hacer un acto de justicia con las personas que, como vosotros, han contribuido a la promoción y puesta en valor de Cabrales y sus recursos, y por este motivo Ascatur concede el premio «Cabraliegos» 2010 a José Carrera, Francisco Arenas, Narciso Noriega y, a título póstumo, a Luis Cendón, por ser los componentes de la comisión del primer Certamen del Quesu Cabrales.

Casualidades de la vida, el mismo verano del 68 que en Arenas celebraban el primer Certamen del Quesu, a Sotres regresaban cargadas de proyectos las maletas de una joven pareja, Valentina y Cipriano, que cinco años antes habían decidido, como tantos otros, emigrar a Bélgica buscando nuevas oportunidades. Y casualidades de la vida también, la oportunidad de estos emprendedores les estaba esperando en la misma aldea que unos años antes les vio marchar.

En Sotres abre las puertas en el año 1970 el hospedaje Casa Cipriano, que cuenta en sus inicios con 6 habitaciones y servicio de comidas atendido por Valentina, de la que generaciones de montañeros tendrán la oportunidad de comprobar sus habilidades entre los fogones. Su negocio fue creciendo al ritmo de su fama entre los montañeros que toman Casa Cipriano como su lugar de referencia para adentrarse desde Sotres hasta los Macizos Oriental y Central de los Picos de Europa. Su servicio de taxi con coches todoterreno lo convirtieron en un referente para cualquier grupo de excursionistas que se acercara a esta zona de los Picos de Europa.

Buena parte de su éxito es el carácter amable y siempre dispuesto a orientar a la gente de paso por las veredas de los Picos; de hecho, hace de su eslogan, pintado sobre una teja en la entrada del negocio, «en Casa Cipriano nadie es forastero», su carta de presentación para los cientos de turistas que cada año pasan por su hospedaje.

Sus hijos han heredado el espíritu emprendedor de sus padres y el amor por las montañas que los vieron crecer, crean una empresa de guías de montaña que significó un auténtico revulsivo para incrementar la oferta de servicios turísticos en Cabrales. Hoy son ellos los que llevan el negocio familiar, que sigue siendo un referente para cualquier visitante que se acerca hasta el pueblo más alto de los Picos de Europa.

El éxito del negocio de Valentina y Cipriano es hoy comparable a la valentía e incertidumbre que les llevó a dejar atrás las comodidades de las ciudades centroeuropeas para apostar por las oportunidades que por aquellos tiempos, recién estrenada la carretera, se intuían en Sotres. Dicen los hijos que fue Cipriano el que más insistió en volver, y puede que así sea si heredó el aplomo y la osadía de la que su antepasado el Tíu Severo hacía gala cuando se atrevía a subir en caballo al mismísimo Rey de España por los senderos más peligrosos de la canal del Vidrio.

Como reconocimiento a una vida dedicada a la hostelería, creando escuela en el turismo de montaña asturiano, Ascatur concede su Premio Especial 2010 a Valentina y a Cipriano, creadores de Casa Cipriano en Sotres.