Cangas de Onís, J. M. CARBAJAL

Codearse con uno de los mejores y más laureados entrenadores del mundo, Pep Guardiola, no está al alcance de mucha gente. Pero el lado humano del actual míster blaugrana caló muy hondo a la otra parte del «charco», en México, dejando una enorme estela de su paso por el club mexicano Dorados de Sinaloa, en el que militó apenas seis meses, en la temporada 2005/06, a las órdenes del español Juan Manuel Lillo, y donde colgó las botas como jugador profesional. Al frente de la entidad mexicana se encontraba en aquel momento el hispano-mexicano Juan Antonio García, con raíces familiares en el núcleo rural de Següencu, en Cangas de Onís. Juan Antonio, que se encuentra pasando unos días de asueto junto a su familia en el concejo cangués, fue cofundador y presidente de Dorados de Sinaloa durante seis temporadas. «Se fundó hace ocho años, tras comprar una franquicia a un Segunda División y subimos a Primera en tan sólo un año. Todo un récord. Es el único que lo logró en la historia del fútbol mexicano», explicó.

De aquellas vivencias, con Lillo en el banquillo y Guardiola de mediocentro, Juan Antonio guarda una estrecha amistad con ambos. «Me hice barcelonista por Pep. Es un filósofo del fútbol. Ahora mismo el Barcelona cuenta con una camada de jugadores irrepetibles y con el entrenador ideal», aseveró García, quien ha estado presente en todas las últimas grandes gestas deportivas del considerado como mejor equipo del mundo. «Este equipo no necesita ningún talismán», sentenció con rotundidad el cangués.

El pasado fin de semana, Juan Antonio acudió a presenciar, en Cornellá, el derbi catalán entre el Espanyol y el Barça, acercándose a saludar a su amigo Guardiola. Además, iba con el encargo expreso de un chaval cangués -Carlos Muñoz- que deseaba tener una dedicatoria del entrenador blaugrana. Dicho y hecho. Ayer, el ansiado autógrafo de Guardiola ya estaba en la ciudad canguesa para entregárselo a ese joven aficionado del FC Barcelona.

Aprovechando estas fechas, Juan Antonio García se hizo socio de la Peña Barcelonista Don Pelayo, que tiene su sede en Cangas de Onís, y espera acudir con otros peñistas a presenciar el partido liguero que jugará, en marzo del próximo año, el Barça en el sevillano Sánchez Pizjuán. «Tampoco pienso perderme el Sporting-Barcelona, en El Molinón», señaló. «¿Qué si soy del Sporting o del Oviedo? De los dos. Y también del Cánicas, al que todavía no pude ver», dijo.

Juan Antonio García, hijo de Enrique García -quien falleció en 1971-, nació en México, aunque en su juventud cursó estudios durante un corto período de tiempo en el Instituto Rey Pelayo, de Cangas de Onís. En el año 2004 fue uno de los artífices del hermanamiento de Cangas con la ciudad mexicana de León y cuya efigie más representativa es la estatua «Emigrante», donada por la familia García Ramírez, localizada en los jardines del parque de la Casa Riera, muy cerca del «puente romano», a la vera del río Sella. «Soy parte del vínculo de hermanamiento», dice.

Como buen aficionado al mundo del fútbol, está al día de los movimientos que acontecen, tales como el posible cambio accionarial del sufrido Real Oviedo SAD, en la órbita del igualmente hispano-asturiano José Antonio García, del grupo empresarial Pegaso. «Toño y yo somos muy amigos. Lo conozco desde hace bastantes años ya que él era presidente del Atlante, en la actualidad es presidente ejecutivo, y yo del Dorados de Sinaloa», manifestó Juan Antonio.