El martes, a la misma hora que el invierno nos abría sus puertas, llegó puntual a su estación el tren turístico de Llanes. En su andén lo esperaban más de doscientas personas que, en unión de autoridades locales y provinciales, estuvieron presentes en la XX Edición de las distinciones de su Ayuntamiento. Años llevan estos premios de turismo celebrándose por este señalado mes de diciembre, donde su alcaldesa, concejales y patronato ofrecen a personas que han demostrado, a lo largo del tiempo, su disposición de lucha, ilusión y esperanza por un trabajo personal, como medio de vida, y por un servicio a los demás y a su pueblo.

Fue un acto bien organizado, en una noche emotiva en recuerdos y en sentimientos compartidos por premiados y acompañantes. Un amplio y sentido aplauso inicial se tributó a la figura del amigo, recientemente fallecido, José Manuel Blanco Alonso, riosellano de nacimiento pero llanisco de corazón, presidente que fue de Fomtur y defensor a ultranza de la hostelería y del turismo.

En la persona de José García Caso se premió el inicio del turismo en la villa. En Palmira Alonso y en Francisco Fernández, del bar La Central, de Nueva, se da el ejemplo de empresarios emprendedores en el valle de San Jorge.

Sobre una pantalla se fueron dando cuidados detalles de su labor; en el tiempo de cada uno de los premiados se fue hilvanando todo su currículum desde el inicio hasta ahora.

Siguiendo en el campo de la hostelería nos llega la presencia de Marisa Uría y de Manuel Batalla, quienes, en su restaurante Uría, consiguen, con su buen hacer, ser referencia en Llanes.

Desde Posada, las experiencias de Miguel Ángel Rodríguez son historias ambulantes y hoy, en su Nido de Míchel, lleva décadas regentando su negocio de bar. En otro ramo distinto, María Dolores Gómez Cuende y Luis Sánchez, de la acreditada Joyería Cuende, gozan de su merecido prestigio desde 1910.

Siempre, como digo, se celebran estos premios en fechas propias de reuniones familiares y amistosas. Es época, también, de hacer ese balance anual que ponga en orden pensamientos y sentimientos para ofrecernos, mutuamente, esa bandera blanca de perdón, tanto en lo material como en lo espiritual, para ir al encuentro de esa paz interna que todos necesitamos.

Así, pienso, debemos entender la Navidad, como esa cita puntual que, año tras año, nos hace darnos un abrazo o cruzar nuestras manos como prueba de sincero afecto y amistad. A servidor, que hace unos años, allá por el 2004, tuve el honor de recibir esta distinción, me hizo muy feliz su recuerdo en compañía de todos estos amigos premiados y acompañantes. A la salida del emotivo acto, ya de madrugada, la reciente entrada del invierno nos ofrecía su cara amable en una noche cálida que acariciaba una lluvia llena de promesas para estas fiestas y para el nuevo año.

Para todos un abrazo, con mi amistad y afecto.