Covadonga, A. SÁNCHEZ R.

Tres teclados con 56 notas cada uno, un teclado pedalero de 30 notas, 128 combinaciones ajustables, 60 registros, 48 juegos enteros, 5 medios juegos, 5 acoplamientos, 2 trémolos y 3.030 tubos. Todo eso genera el sonido «natural» del órgano de la basílica de Covadonga, que en unos días cumplirá diez años. Muchos elementos, que asustan incluso a los más avezados en las lides musicales y que hacen que tocar este órgano sea todo un arte.

Requiere mucho tiempo y dedicación tener las aptitudes de llegar a reconocer tan sólo con el tacto dónde están todas las notas dispuestas en el «rey de los instrumentos». Primero hay que comenzar con solfeo y piano y diez años de carrera superior. Pero, sin duda, lo más importante es la improvisación, según el organista Fernando Álvarez Menéndez, que ya lleva treinta y ocho años dedicándose a poner música a uno de los enclaves más visitados de Asturias. Álvarez defiende que en la música moderna no hay «nada nuevo», es evolución de la música clásica, en cuanto a armonía o construcción armónica, apostilla. Sus manos vuelan por los tres teclados del órgano al interpretar una pieza, sea litúrgica o moderna.

Álvarez, pese a su experiencia, aún se emociona en la Semana Santa y en la novena de la Santina. Pese a ser un instrumento solitario, no se siente sólo, ya que por estar en un enclave de gran peregrinación conoce a personas de todo el mundo que, ligadas de una manera u otra a los órganos, se presentan como tales y comparten experiencias.

El órgano de la basílica está instalado en el crucero en la parte izquierda del templo. Tiene una fachada de dieciséis pies. El mueble está realizado en madera de bubinga, de tonos rojizos con vetas negras, combinada con fresno. Tiene 10 metros de alto y 6,80 metros de ancho. El fondo (voladizo) máximo es de 2,25 metros. Los registros del órgano anterior, construido por Amezúa y Cía. de San Sebastián en 1924, están integrados en el recitativo expresivo y en el pedal. Los cuerpos de órgano mayor son completamente nuevos. El Taller de Organería Acitores, S. L., constructor del órgano, había diseñado ya en 1998 un pequeño órgano de coro concebido al modo tradicional ibérico, con un único teclado manual y registros partidos. Este instrumento está pensado para funciones de acompañamiento litúrgico y para la interpretación de música antigua española, de modo que se complementa con el órgano mayor.

El órgano fue bendecido por Atilano Rodríguez, entonces obispo auxiliar de Oviedo, el 15 de abril de 2001, e inaugurado con un concierto de Javier Artigas Pina. Hay otro órgano: el «realejo» de la capilla de San Fernando, restaurado y reinaugurado el pasado verano que data de finales del siglo XVII.