Corao (Cangas de Onís),

Luis López Silgo es titulado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia . Su currículum es muy extenso y su labor reconocida. Ha escrito varios libros y es el impulsor de un curso de posgrado que el mismo imparte, «Restauración Básica», en el que difunde las claves que siempre han de estar presentes a la hora de devolver el orgullo y la vida a un edificio con historia. Silgo, que imparte esta tarde, a las 19.00 horas, en Corao (Cangas de Onís), una conferencia titulada «El error inmaterial en la iglesia de Abamia», avanzó ayer a LA NUEVA ESPAÑA las claves de su ponencia.

-Ha visitado Abamia. ¿Cómo define lo que ha visto?

-El edificio no quiere lo que le han puesto. Se está desconchando el estuco, el agua está saliendo por donde no debe, hay nuevas patologías y otras que había antes de la obra han vuelto. Todo esto demuestra, de una forma absolutamente objetiva, que lo que se ha hecho no está bien. Lo que hay dirimir es porque no se ha hecho bien. O porque la obra, su ejecución, se ha hecho mal, o porque estaba planteada mal desde el principio. Mi conferencia no se basa en aspectos estilísticos sino constructivos, lo que la propia arquitectura está hablando. En la visita he comprobado que la iglesia de Abamia está enferma.

-Algunos ciudadanos se preguntan como puede ocurrir esto en un edificio que es Patrimonio Nacional. Se supone que hay control, que están protegidos...

-Mi respuesta es la misma que dio el arquitecto Manuel de las Casas en 1980: «no debemos considerarnos con el derecho a legar un patrimonio monumental adornado de formas y gustos efímeros, fruto de las intervenciones de agentes y profesionales que piensan más en su propia exhibición que en la imagen auténtica del propio edificio». En Abamia ha predominado un capricho personal y el ansia de notoriedad del autor. El protagonista de la restauración, el que tiene que deslumbrar, es el edifico. Este tipo de arquitectos nos perjudican al resto, Sólo buscan triunfo y dinero, al estilo de Norman Foster.

-¿No hubo controles de la Administración en Abamia?

-La Administración es el sistema para evitar errores involuntarios. Para eso está la Ley de Patrimonio. Si la Consejería encarga una obra debe velar porque el proyecto sea adecuado al edificio. También hay que controlar la ejecución de la obra. He visto fotos del desarrollo de los trabajos que demuestran que las cosas se hacían mal. En Abamia fallaron todos los controles y el resultado es un monumento nacional que está enfermo.

-Los vecinos exigen a Cultura una intervención inmediata...

-Cuando una persona está enferma no espera para ir al médico. Esto es lo mismo, el edifico está enfermo, su aspecto lo revela. Si lo que se ha hecho en Abamia lo haces en tu propiedad se te echan encima todos los organismos públicos, pero si alguien con dinero público lo hace mal y se denuncia públicamente se enrocan. Es urgentísimo retirar lo hecho para que el edifico no siga sufriendo y deteriorándose.

-¿Abamia debe tener su fachada revestida con estuco?

-Si se aplica la Ley de Patrimonio no se podía hacer ese estucado, no se permite. En la documentación que he consultado no hay documentación gráfica de Abamia con estuco. En una fotografía de 1879 se ve la iglesia sin ningún tipo de revestimiento. Incluso si lo hubo y ha desaparecido, la ley prohibe este tipo de reconstrucción.

-¿Es ilegal, entonces?

-No se siguieron los controles, ni la legislación. Desconozco si se ha certificado la obra pero si ya se ha pagado el dinero, se ha aceptado que lo hecho se corresponde con el proyecto. Han fallado los sistemas de control que tenemos para que nuestros impuestos sean bien gestionados y parece que nadie es responsable.

-¿Hay mas «Abamias» por España? ¿Ese fallo en los controles es habitual?

-Conozco casos a puñados. Como Abamia y muchos peores. En Abamia se ha faltado al respeto del edificio, a su entorno, su simbolismo y su importancia histórica.

-¿Tiene «cura» Abamia?

-Hay que quitar todo lo hecho, todo y de forma urgente. El estuco que se cae a trozos, el tejado que funcionaba perfectamente pero se inventaron el pesebrón, que es un vertedero. Toda la basura que cae en las tejas y tapona la salida del agua, con lo que surgen humedades. Está técnicamente mal resuelto y todo por ahorrarse dinero en un presupuesto en el que las cuentas no salen. Medio millón de euros es mucho dinero. Se utilizó chapa galvanizada en vez de plomo para el canal del pesebrón, es un material para chabolas. No veo nada bien hecho, ni materiales adecuados.

-Que le parecen el resto de problemas, los daños en los tejos centenarios y el polémico mobiliario instalado en el entorno?

-Para restaurar un monumento en el que su entorno es igual de importante y valioso, y parte de su simbolismo, hay que tener sobretodo respeto, conocer la historia del lugar y sus valores inmateriales. En Abamia se actuó con una falta tremenda de respeto hacia el edificio y a hacia todos nosotros como propietarios, ya que es un bien patrimonial, un monumento nacional. Abamia tiene que reconquistar su propio destino y empezar desde el principio. Lo más importante es actuar y quitar todas las intervenciones hechas que están matando al edificio. No es necesario esperar a un juicio. El juez sabe de leyes, no de restauración. Para Abamia es vital actuar ya. En cuanto al mobiliario, es curioso que en un entorno rural como este se ponga mobiliario urbano, que ni es mobiliario, ni es urbano. Con poner cuatro troncos y piedras para delimitar era suficiente. Me recuerda a los complementos típicos de chalet hortera de nuevo rico, lleno de enanitos y luces.

-Los miembros de la Asociación Cultural Abamia dicen que la obra fue una chapuza.

-Estos vecinos y la sociedad hacen muy bien en vigilar a sus dirigentes y en velar por el patrimonio, que no es suyo, sino de todos. Abamia los está acompañando en sus denuncias. El templo, construido por los antepasados de estos vecinos, revela su enfermedad, llora y se cae a trozos.