Infiesto, Lucas BLANCO

Potenciar la riqueza natural de Piloña como motor económico fue la principal motivación que llevó a cuatro cicloturistas locales a realizar la que llaman «La Gran Vuelta a Piloña», sobre una distancia de 104 kilómetros, por senderos y carreteras que siguen las líneas de los límites naturales del municipio. De este modo, ponen en marcha una iniciativa que lleva años fraguándose entre los amantes del deporte y la naturaleza en esta zona.

Aunque la idea había sido tema de conversación entre senderistas, cicloturistas y montañeros desde hace bastantes años, no se concretó hasta noviembre de 2009, durante una de las jornadas correspondientes a la Semana de la montaña organizada por el grupo de montaña «Vízcares», de Infiesto. Los aventureros hermanos Benito, Javier y Román, hicieron pública una propuesta para crear una Gran Vuelta a Piloña siguiendo los límites fluviales del territorio del concejo.

Los hermanos Benito sugerían la creación de una ruta que constase de unas siete etapas a pie y que recorriese varios de los parajes naturales más pintorescos del concejo, como forma de aprovechar el «boom» experimentado en los últimos años por actividades como el trekking en beneficio de la actividad turística como motor económico, que, a su vez, sirve para asentar población en los pueblos.

Han transcurrido casi dos años hasta que un grupo de cuatro amigos, integrado por Jordi Fernández Moltá, Jorge Fernández Alonso, Iván Lavandera y Juan Carlos Pérez, conocido popularmente como «Furu», decidió subirse a sus bicis y recorrer una Gran Vuelta a Piloña diseñada por ellos mismos, fijándose en recorridos de pruebas deportivas como la transpirenaica. Lo llevaron a cabo el sábado pasado.

«Conocíamos pruebas deportivas en otros lugares con recorridos similares a las que acuden cientos de personas y la idea es impulsar una aquí», explica Jorge Fernández, quien asegura que la prueba daría un gran empujón al turismo local. «Podría dividirse en dos etapas y, así, la gente tendría que pernoctar en los establecimientos hoteleros de Infiesto o de Villamayor», señala.

Para llamar la atención, qué mejor manera que realizar ellos mismos el recorrido con sus bicis de montaña. Una aventura de 104 kilómetros, 4,8 en pendiente. Salieron el sábado a las nueve de la mañana y finalizaron 12 horas más tarde, en el mismo lugar, tras recorrer pueblos como Ques, Espinaréu, Torín, Sevares, Villamayor, Camín Real de Sellón, Cardes y Porciles.

La ruta pasó por muchas otras localidades piloñesas y también permitió a los cicloturistas el disfrute de un amplio abanico de panorámicas y de recursos naturales, de acuerdo con la abundancia de unos y de otros en el concejo piloñés.

«Fue muy duro y, al llegar, pensamos que nunca más a montaríamos en bici», bromea Jorge Fernández, quien, a pesar de todo, cree que no tardarán mucho tiempo en repetir la hazaña.

«Ha merecido la pena y el objetivo es dar relevancia a nuestra naturaleza, pues es la mayor riqueza que poseemos y debe ser aprovechada para brindarnos beneficios turísticos», sostiene el reivindicativo cicloturista, al tiempo que pasa la pelota a los órganos competentes para que la sugerencia de los hermanos Benito y su propio circuito de prueba se conviertan en realidad.