Llanes, María TORAÑO

En el concejo de Llanes las hogueras de las fiestas -a excepción de la de La Magdalena- no se queman sino que se plantan y los largos maderos de eucalipto permanecen todo el año en el centro de los pueblos. Algo similar pasa con el repique, que no lo hacen las campanas sino los pañuelos del traje tradicional. Y es que no se puede considerar que una aldeana está bien vestida si los dos picos en los que se termina el adorno de la cabeza no están bien erguidos. Es imposible que una mujer pueda vestirse a sí misma, por lo que a lo largo del año se organizan diferentes talleres sobre cómo poner el traje y, sobre todo, el pañuelo. Eso es lo que están aprendiendo esta semana una veintena de mujeres en el cursillo que concluye mañana.

Desde el lunes, el Centro Social El Rinconín -en la villa- es la sede donde Josefina Fernández y su hija María Jesús Galán explican los trucos para que el pañuelo de llanisca quede perfecto. Lo primero es recoger el pelo en una coleta bien alta y bien tirante. «Que te quite las arrugas», suele indicar Josefina, quien además sugiera que las que tengan flequillo se lo retiren de la cara. Las horquillas son imprescindibles para que no quede ni un pelo fuera. Si la que se va vestir tiene el pelo corto y la coleta no da para un buen moño, éste se rellena con papel higiénico que después debe de quedar tapado con la tela para que no se vea el «truco».

Se colocan horquillas y lazos pequeños a los dos lados de cabeza y sobre la frente. Será la zona en la que se prenda con alfileres el pañuelo, que puede ser de cualquier color y estampado, según el traje de llanisca que se vaya a llevar. El pañuelo doblado en triángulo lleva tres pliegues, se acomoda y sujeta la parte trasera sobre el moño, se cruzan los extremos en la zona de la nuca y las puntas se aseguran encima, de forma que el repique quede perfectamente tieso y no se mueva en todo el día.

Este toque final es el más difícil para las alumnas, pero todo es «cuestión de practicar», explican las profesoras, quienes sabe de lo que hablan ya que Josefina -natural de la localidad de Cue- lleva más de veinte años dedicada a la confección y alquiler de trajes de aldeana. Su hija María Jesús ha heredado la pasión y juntas visten para múltiples fiestas o imparten talleres como el de Llanes en diferentes puntos de la comarca. Para la próxima temporada de fiestas, nadie tendrá excusas para llevar los pañuelos mal puestos.