Ribadesella,

Patricia MARTÍNEZ

Entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX, Ribadesella creció dos veces. En la primera expansión se amplió la urbanización del casco, la Gran Vía y la plaza Nueva y en la segunda se rellenó lo que hoy se conoce como Campu les Rolles, entre el barrio de El Cobayu y el puente. Esta zona se convirtió en un terreno muy cotizado y propiedad de Puertos, que autorizó varias concesiones durante el siglo pasado y que ahora trabaja en un nuevo plan especial para reordenarla. Aún no se conocen los detalles del documento, pero la alcaldesa del municipio, Charo Fernández, de Foro Asturias, avanzó que «cambiará la imagen por completo», y mencionó, entre los nuevos equipamientos, un aparcamiento en superficie similar a una losa y edificios de uso público y municipal.

El escritor riosellano Juan José Pérez Valle es contundente cuando se le pregunta qué había antiguamente en el Campu les Rolles. «Agua», contesta, la del río Sella, porque la mayor parte de ese terreno fue rellenada en 1934 dentro del programa de mejoras del puerto. También con el agua tiene que ver el significado del nombre que lleva la zona. Como explica el mismo autor, «allí se acopiaban las rollas de madera, los troncos de los árboles, que bajaban de los concejos de montaña arrastradas por la corriente del río. En Ribadesella hubo mucha exportación de madera para la construcción de barcos y en esa zona se cargaba para ser transportada, sobre todo a Ferrol», añade. Sin embargo, no todo fue rellenado a principios del siglo XX. La parcela en la que hoy se asienta el cuartel de la Guardia Civil, construido en 1987, ya existía antes y estaba ocupada por el lavadero y el matadero municipales. Pegada estaba la estación de tranvía de vapor, inaugurada en el año 1908, según señala Pérez Valle.

Los terrenos ribereños que se ganaron con el relleno comenzaron a suscitar interés muy pronto. El mismo autor explica que «antes incluso de que estuviera el relleno, en 1930, ya había un plano con lo que el Ayuntamiento quería para expandir la villa». En uno de sus artículos publicados en la revista «La Plaza Nueva», dirigida por él mismo y editada por la asociación Amigos de Ribadesella, continúa explicando que «ante los proyectos de relleno de las marismas, el Ayuntamiento no perdió el tiempo en solicitar del Estado la cesión de aquellos terrenos con la intención de unirlos a la irregular superficie que ocupaban el lavadero y matadero municipales, para construir en ellos una nueva Casa Consistorial, cuartel de la Guardia Civil, oficinas de Correos y Telégrafos, Aduana, mercado de abastos e incluso un parque público, como así expuso en 1930 el alcalde Alberto de la Guardia. El advenimiento de la República, en abril de 1931, dio al traste con aquellos propósitos».

Sí se construyó la plaza de abastos, en 1936, ocupada hoy, de forma provisional, por la Policía Local riosellana, una asociación de pensionistas y una pescadería. En la segunda mitad del siglo, Puertos realizó varias concesiones a particulares, pero los sucesivos ayuntamientos «no pudieron conseguir nada más», apunta Pérez Valle, antes de recordar que a comienzos de los años cuarenta una parte del Campu les Rolles fue concedida a Albo y «entre finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, otra para el aserradero de Secundino Díaz», hoy convertido en aparcamiento público hasta que Puertos reordene la zona.

El autor riosellano añade que en los cincuenta, la familia González solicitó una concesión para construir una fábrica de conservas de pescado y, aunque tuvo bastantes problemas porque era una zona muy apetitosa, lo consiguió y construyó la fábrica de Industrias Delfa. Esta autorización y la que obtuvo el ferrocarril para atravesar la zona fueron, según Pérez Valle, los motivos por los que el campo de fútbol de Ribadesella, también en la zona y muy próximo al puente, se fue de allí hacia 1964.

Cuatro años antes, la empresa Ridesa había construido la estación de carburantes y cuatro después, en 1968, el arquitecto Miguel Ángel García-Lomas había edificado el barrio de El Cobayu. Además, y como documenta Pérez Valle, «en 1984 un aula para párvulos -en un futuro próximo convertida en centro de mayores- y en 1987 el cuartel de la Guardia Civil».