Poo de Llanes,

María TORAÑO

«Aquella vida no es deseable para nadie», aseguró ayer el antiguo tejero Evaristo Concha, quien desde los 13 y hasta los 24 años participó en once temporadas de trabajo en las tejeras de Castilla y León, Cantabria y el País Vasco. Concha ofreció su testimonio en el taller organizado dentro del primer festival «Xíriga folk» de Poo de Llanes, que se celebró en memoria de Ignacio Noriega, el gaiteru de San Roque, fallecido hace dos años. La xíriga es el lenguaje propio inventado por los tejeros llaniscos. Lo usaban principalmente para comunicarse entre ellos en las largas temporadas de trabajo -normalmente de abril a finales de septiembre- y como una forma de autodefensa para que los patronos no les entendiesen.

«Había que tener cuidado porque algunos entendían y una vez en León un "pelaguxu" (guardia civil) nos contestó en xíriga», explicó Concha, quien reconoció que los domingos todos iban a misa «sólo para tener algún rato libre». La dieta durante las épocas de trabajo consistía básicamente en sopas «caladas» de pan y agua, garbanzos «con algo de tocín» y arroz que «muchas veces podía usarse para empastar muros», aseguró. Concha empezó como pinche y cuando alcanzó la categoría de «tendedor» era capaz de preparar más de 3.000 tejas diarias por un sueldo mensual de 1.750 pesetas a principios de los años sesenta.

La vida en la tamarga (como se denomina a la tejera en xíriga) trascendía a aquellos meses de labor y cuando regresaban a sus casas continuaban empleando palabras y expresiones del oficio. «La xíriga es más que una jerga porque no se queda en sus meros utensilios, sino que abarca muchos aspectos de la vida», comentó Higinio del Río, impulsor desde la Casa de Cultura de Llanes del taller de xíriga que cumplió este año su quinta edición. En la mesa sobre los tejeros también participaron Ramón Melijosa, autor de un diccionario que recoge más de 600 términos; Tomás Amieva, hostelero y gran conocedor de la historia y el vocabulario de los tejeros, con Xuan Fernández Castañón como moderador.

El festival, organizado por la Asociación Zancañeros (que significa compañero en xíriga), continuó por la tarde con actividades y juegos para niños. A última hora comenzó el memorial en sí, con la entrega de premios a personalidades reconocidas por su labor en la conservación y difusión del folclore asturiano. Este primer año, los galardonados fueron la cantante de tonada Socorro Noriega, el tamboritero Manuel Durán, el etnógrafo Antonio Cea y el gaitero José Ángel Hevia (que no pudo asistir).

Se entregaron también dos premios honoríficos a Falo «el de Andrín» y a Ramón Martínez. Actuaron los grupos «Enredo» (de Cantabria), Héctor Braga, «La Bandina'l Bache» y «Duerna». Las actividades tuvieron lugar en la bolera cubierta, donde también se montó una parrillada para quienes quisieron cenar allí. Las celebraciones continuarán hoy a partir del mediodía con degustación de sidra.