Ribadesella,

Patricia MARTÍNEZ

Tal y como están las normas, en los pueblos riosellanos de Sardéu y Calabrez, catalogados de especial interés agrario, sólo pueden rehabilitar una vivienda o construir una nueva quienes cotizan para este régimen específico de la Seguridad Social. Tal y como están la economía y los mercados, estos trabajadores escasean cada vez más y también las posibilidades de que las dos pequeñas localidades tengan nuevos vecinos. En los últimos ochenta años, en Sardéu sólo se construyeron «cuatro casas», calcula el alcalde pedáneo, Miguel Ángel Somoano, quien pide una modificación en la ley que permita a quien tiene una ruina o un terreno pero no cotiza la agraria tener una vivienda allí. Parecida estadística tiene Calabrez, cuyo alcalde pedáneo, Ángel Pesquera, calcula que en ocho décadas «se hicieron tres casas y se rehabilitaron otras tres».

Somoano no quiere «urbanizaciones» y advierte de que «si sigue esta catalogación, el pueblo desaparece. Las ruinas no se pueden rehabilitar y nuevo no lo puedes hacer; tienen que comprender que las cosas cambian». Tanto han cambiado que «hace ocho años, entraban en Sardéu cuatro industrias lácteas diferentes; hoy, no se vende un litro de leche en el pueblo», explica, al tiempo que recuerda que, en la actualidad, «tres personas» cotizan la agraria y, por lo tanto, pueden habilitar una casa. Tanto en Sardéu como en Calabrez hay más viviendas entre ruinas y abandonadas que en condiciones de habitabilidad. En el primero, «hay veinte habitables; con gente de seguido, catorce», frente a las «veintitrés entre ruinas y no habitables», calcula el alcalde, antes de preguntarse si tienen «que ir a comprar a Tereñes» o a cualquier otro pueblo del municipio sin esta protección.

En Calabrez, Pesquera estima que son «catorce casas habitadas; en ruinas, por lo menos ocho, y diez o doce abandonadas o que no viven». También defiende el cambio normativo que permita rehabilitar y construir en estas dos zonas y pide «que no sea sólo el turismo y se abandone todo lo demás».

Somoano cree que es un buen momento para introducir estos cambios, ya que el municipio tendrá próximamente un nuevo plan general, y pide a los responsables políticos riosellanos «una figura para que se pueda rehabilitar y construir alrededor de lo ya edificado».

A la alcaldesa de Ribadesella, Charo Fernández Román, de Foro Asturias, ésta le parece una «reivindicación lógica» y estudiará «lo que podamos hacer para que (esos pueblos) puedan crecer razonablemente», pero respetando «las limitaciones del Principado». La regidora defiende «que no se abandone el medio rural» y añadió que ésta no es una demanda «sólo de Ribadesella, sucede en el medio rural de toda Asturias». Además, avanzó que la ley regional «va a cambiar y será más favorable a estas peticiones», que quiere atender «de manera legal y buscando por dónde podemos dirigirlas». En cuanto a la norma municipal que ordenará el urbanismo en Ribadesella, Fernández Román explicó que «todavía no empezamos» debido a «problemas con varias facturas», y defendió «mirarlo detenidamente. No queremos que pase como con el plan de Llanes u otros sitios», añadió.

Somoano propone, para este caso concreto, empezar «por las ruinas. Lo primero es recuperar lo que hay» y recuerda que esto debería poder hacerse porque, a pesar de la protección por ser de especial interés agrario, «donde hay pared y hubo ruinas, el suelo es urbano. Esto sucede en toda España, salvo en la línea de costa». También comentó el alcalde de Sardéu que «pueden poner una tipología de casa» para construir en estos pueblos e insiste en las consecuencias: «La finca que tenga una casa estará atendida, si no, sólo habrá bardos».