Llanes, Emilio G. CEA

¿Alguien se imagina dejarlo todo para vivir en un carruaje tirado por caballos y pasarse doce años viajando por media Europa con la familia a cuestas? Lo que para muchos sería una locura, para los integrantes de la «Roulotte-Papillotte», formada por un matrimonio de holandeses y sus dos hijas, es un sueño hecho realidad. Junto a la familia que protagoniza esta historia de nómadas del siglo XXI, tres preciosos caballos, dos de raza fiorda noruega y un percherón holandés, y cinco perros. Su extraordinaria aventura es un sueño transformado en viaje que está haciendo ya sus últimas escalas.

Judit Houdijk y André Hermelrijk decidieron en el año 2000 romper con una vida sedentaria similar a la de cualquier pareja de jóvenes treintañeros europeos, y cumplir de este modo el sueño infantil de ella. Se prepararon durante tres años, hasta 2003, para la gran aventura de su vida, que comenzó con un viaje por Europa en una furgoneta. Tras regresar a Holanda y reunir algo de dinero, construyeron con sus propias manos las dos caravanas en las que viven, tiradas por tres caballos, guiados por un espíritu ecológico y en contra de la contaminación. En su interior tienen de todo: desde una estufa de leña a placas solares.

Las caravanas son dos pequeñas casitas a las que no les falta detalle. Una es ocupada por Judit y André, y la otra por sus hijas, Saphire, de 14 años, y Yentl Rose, de 8, nacidas ambas antes del inicio de la aventura. En su viaje por carretera han atravesado su Holanda natal, Bélgica, Francia, España y Portugal, a una velocidad media de cinco kilómetros por hora.

Por tierras asturianas es la segunda vez que transitan, pues ya lo hicieron previamente durante el año 2005. Ahora se dirigen a Cantabria, como paso previo a su llegada a Francia, tras llegar a Llanes el pasado miércoles y asentarse momentáneamente en la zona de La Talá. En el país galo Judit y André buscarán un sitio en el que asentarse y echar raíces, para así poner fin de momento a su aventura y volver al sedentarismo. Pretenden de este modo retomar a una vida normal, con un trabajo y una casa donde vivir se manera sedentaria. «En Francia elegiremos el lugar que más nos guste para vivir y un colegio liberal para que nuestras hijas puedan ir allí a clase», indican. De momento las niñas reciben a diario educación escolar a través de internet y con la ayuda de sus progenitores.

El matrimonio hace trabajos en madera y hierro que vende en mercados, así como postales hechas a mano. Durante las ferias y fiestas que se encuentran por el camino colocan un puesto artístico en el que pintan las caras de niños y niñas y venden todo tipo de objetos. Durante su aventura han coleccionado centenares de anécdotas y miles de fotos que exponen públicamente en aquellos lugares donde su historia llama la atención y que pueden verse en internet a través de su página web Roulotte-Papillotte.com. Recientemente han dado una charla exposición sobre su aventura en un local de Villaviciosa. Las nuevas tecnologías han hecho que sus fuentes de ingresos hayan disminuido. «Cada vez es más difícil sobrevivir», dicen. «Antes vendíamos fotos nuestras y de nuestra caravana, pero ahora que todo el mundo tiene cámaras y se acercan ellos mismos a hacerlas ya no es posible. Tenemos que afinar el ingenio para poder vivir», añaden los progenitores.

Su aventura causa admiración y respeto allá por donde van. «Por lo general todo el mundo nos trata muy bien y nos piden que les contemos nuestra historia. Nos encanta el trato con la gente de los pueblos, aunque en Portugal nos confundían continuamente con rumanos o gitanos y no entendían cómo podíamos vivir así», asegura Judit. En los próximos días, tras revisar André previamente en bicicleta las carreteras por donde transitarán, estos holandeses errantes continuarán su viaje hacia Cantabria por la carretera del Valle Oscuru. En el horizonte, un sueño cumplido a punto de finalizar y el recuerdo continuo hacia los antepasados, que hace mucho tiempo eran como Judit y André: nómadas.