Llanes,

Patricia MARTÍNEZ

El «Queen Bee» - «Abeja Reina» en inglés- es el protagonista de una auténtica odisea, un viaje largo en el que abundan las aventuras adversas y favorables. Después de sufrir un accidente en aguas estadounidenses del que las dos personas que viajaban a bordo salieron ilesas, la embarcación estuvo más de tres años a la deriva y llegó a veinte millas del puerto llanisco, adonde fue remolcado por Salvamento Marítimo. Hasta ese momento, las corrientes marinas marcaron el rumbo del «Abeja Reina», inmerso ahora en otra peripecia, la administrativa.

La competencia de ordenar el espacio portuario es de Puertos, por lo que será este organismo el encargado de trasladar a la «Abeja Reina» hasta el almacén que el ente regional tiene en San Esteban de Pravia. Allí lo pondrá a disposición de la autoridad competente, que, según la disposición transitoria décima de la ley de Puertos, corresponde a la Comandancia Militar de Marina, al Ejército. Esta norma establece que «hasta que a propuesta de los ministerios de Defensa y de Fomento se proceda a reglamentar las competencias sobre auxilios, salvamentos, remolques, hallazgos y extracciones marítimas, seguirán siendo ejercidas por los órganos de la Armada». La Comandancia Militar de Marina de Gijón confirmó la vigencia de esta disposición transitoria, pero negó ser la autoridad competente en el expediente casi épico de la embarcación norteamericana.

Por su parte, la Capitanía Marítima de la ciudad, que también apuntó a este apartado de la ley de Puertos, explicó que su labor había finalizado al retirarlo de la mar por tratarse de un objeto potencialmente peligroso para la navegación. También la de la Policía judicial de la Guardia Civil, que por no haber denuncia ni delito ha cerrado el asunto en la parte que le toca.

Mientras tanto, Scott Douglas, el dueño del barco, ha aparecido en una veintena de medios de comunicación estadounidenses sorprendido por la reaparición del «Abeja Reina» y contento de recordar que salvó el pellejo. Las cadenas de televisión Fox News, la NBC o la CBS y medios impresos como el «Washington Post», el «Daily Mail» y otros más locales como «The Inquirer and Mirror» se han hecho eco de la historia. Éste último se edita en Nantucket, la isla cerca de la que Douglas pescaba aquel día de agosto de 2008 junto a su cuñado, Rich St. Pierre.

Según explicó el propio náufrago, de 58 años, a este diario, «oímos un enorme estruendo y miramos inmediatamente a nuestra izquierda. Había una enorme ola que estaba rompiendo sobre la parte de arriba del barco. Lo siguiente que supe es que estábamos los dos en el agua y el barco había sido lanzado lejos de nosotros». No volvieron a ver su barco, que emprendió un viaje de unos 6.000 kilómetros a través del océano Atlántico, mientras Douglas lo daba por perdido. «Perdí el barco, pero estábamos tan contentos de vivir para contarlo, y si tenía que sacrificarlo, estaba bien». Rich St. Pierre aún tiene una casa en Nantucket y se quedó impresionado cuando la Guardia Costera le llamó para hablarle del «Abeja Reina». Según las declaraciones que recogió el mismo diario, St. Pierre tuvo un «sentimiento extraño. Es agradable tener un cierre, me encantaría saber qué pasó con él este tiempo». La Guardia Costera norteamericana sospecha que la embarcación se alejó de Nantucket empujada por la corriente, se introdujo en la del Golfo y luego en la del Atlántico Norte. Falta saber qué sucederá con lo que queda del «Abeja Reina» después de su odisea.