Los cazadores y los ganaderos de Llanes anduvieron muchos años a la greña. Pleitos, juicios, enfrentamientos..., una auténtica «guerra» en torno, principalmente, al pago de los daños provocados por las especies cinegéticas. Los dos colectivos, dejando a un lado viejas rencillas, se sentaron hace unos meses con la firme intención de cerrar las heridas y mirar al futuro. Fue una negociación dura, larga, difícil. Las dos partes tuvieron que ceder. Mucho. Pero unos y otros fueron capaces de dejar por una vez a un lado sus intereses particulares y antepusieron el general. Desde que se firmó aquel acuerdo reinan entre los cazadores y los ganaderos de Llanes la paz y la concordia. Y en las dos partes se advierte el deseo de que no se rompa esa armonía. El esfuerzo que unos y otros hicieron debería ser imitado por la clase política -la de Llanes y la de Asturias en general-, incapaz de mirar más allá de su propio ombligo y del interés partidista. Todo ello mientras este pequeño país (Jovellanos dixit) agoniza.