Villamayor (Piloña),

Lucas BLANCO

Durante muchos años en Piloña tuvieron origen dos iconos de la infancia: el chupa-chups y el pompero. Con el traumático cierre de la emblemática fábrica de caramelos en enero de 2011 -que dejó a más de un centenar de empleados fijos y varias decenas de eventuales en la calle-, General de Juguetes pasó a convertirse, con una treintena de trabajadores, en la principal compañía de Villamayor y el último vestigio de la pujante industria infantil de la zona.

No obstante, la compañía juguetera piloñesa -que actualmente cuenta en el polígono de la recta de Lléu con dos naves industriales de 12.000 y 4.000 metros cuadrados respectivamente- no se ha librado de los envites de la crisis económica y financiera.

La falta de liquidez provocada por los problemas del sistema financiero y las consecuentes dificultades para obtener líneas de crédito provocaron que General de Juguetes se viera inmersa durante nueve meses en un concurso de acreedores que hizo encender las alarmas sobre un hipotético cese de actividad.

Sin embargo y como habían anunciado los hermanos Sierra desde el primer momento, el proceso tuvo un carácter transitorio y una vez resueltas las dudas sobre la solvencia de la compañía, el concurso fue superado a comienzos de este mes con el respaldo de la banca y el compromiso de hacer frente a totalidad de la deuda en un plazo de entre 6 y 8 años.

Con el levantamiento del concurso de acreedores las expectativas de la compañía son positivas pues, además de ser una compañía juguetera de referencia en el ámbito no sólo nacional sino internacional, en los últimos años ha conseguido diversificar su actividad con la fabricación de otro tipo de productos plásticos.

Estos productos son utilizados tanto para utensilios de uso doméstico, ya sean por ejemplo papeleras o cubos de fregar, o para material de construcción como sería el caso de la fabricación de placas de drenaje.