Cangas de Onís, Ramón DÍAZ

Casi ocho millones de gastos y menos de 8.000 euros de ingresos cada año. El parque nacional de los Picos de Europa es una hipoteca, pues los gastos multiplican por mil los ingresos. Pese a todo, las autoridades han descartado siempre cualquier posibilidad de cobrar, aunque fuera de manera simbólica, a los turistas que visitan el Parque.

Las cuentas del año pasado no dejan lugar a las dudas: el Parque cuesta mucho dinero y apenas genera ingresos. Los gastos se disparan: más de dos millones para el personal, otro tanto en gestión ordinaria y algo más todavía en inversiones. Todavía hay más: 1,5 millones en subvenciones.

El último presupuesto del Parque elaborado por el Estado ascendió a 7,9 millones de euros; el primero diseñado en solitario por las comunidades autónomas -Asturias, Castilla y León y Cantabria- se quedó en 5,5 millones, justo el dinero que traspasó hace unos días el Estado, correspondiente aún al traspaso de competencias sellado en 2011.

Mientras tanto, con casi 22.000 euros de gasto medio diario, el parque nacional tiene una única fuente de ingresos directa: la venta de publicaciones en los diferentes cetros de visitantes de los Picos de Europa. El año pasado, el centro de visitantes Pedro Pidal, en los Lagos, vendió publicaciones por valor de 5.381,36 euros, pese a que tuvo 82.000 visitantes. Mientras tanto, el centro de Sotama (Cantabria) ingresó 1.509 euros, después de que más de 60.000 personas solicitaran información allí. Finalmente, en Valdeón (León) se vendieron publicaciones por valor de 1.090,75 euros. Total: 7.981,11 euros, apenas 22 euros ingresados al día de media.

La diferencia entre ingresos y gastos es abismal; entre otras razones, porque beneficios que sí se producen en el Parque no acaban en las arcas del espacio protegido. Eso ocurre con los ingresos del teleférico de Fuente Dé, en Cantabria, gestionado por la empresa pública Cantur, perteneciente al Gobierno regional. Ni el dinero recaudado por la venta de billetes, ni los ingresos de las tiendas y cafeterías existentes van a las arcas del Parque.

En Asturias, más de lo mismo: los ingresos del teleférico de Bulnes por venta de billetes (aquí no hay instalaciones comerciales u hosteleras) tampoco revierten en el parque nacional, sino en la empresa privada adjudicataria del servicio, que a su vez paga un canon anual al Principado. Claro que en el caso asturiano, al contrario que en Cantabria, el negocio es ruinoso: según el anterior Ejecutivo regional, el remonte mecánico que llega a Bulnes cuesta a los asturianos un millón de euros al año, una cifra que jamás se ha alcanzado, ni de lejos, con la venta de billetes. Así que el funicular ha generado pérdidas desde su apertura en 2001.