El culebrón del Hospital del Oriente está a punto de llegar a su fin. Han sido quince años de luchas y desaires, de enfrentamientos y agravios dignos de la mejor (es un decir) telenovela latinoamericana. Tres lustros en los que la clase política, con muy honrosas excepciones, mostró en la mayor parte de los capítulos una escasa altura de miras y una nula voluntad por resolver el conflicto y por buscar el bien general, más allá de los intereses partidistas. Quienes afirmaron que la integración era ilegal e imposible y quienes intentaron torpedearla (en la hemeroteca están los nombres), han quedado retratados. Es verdad que la solución elegida también afecta a otras personas, por ejemplo, a trabajadores a los que la entrada de los eventuales no sanitarios en la bolsa de empleo temporal del Sespa en el Oriente perjudicará, pues se verán relegados en la lista. Pero también es verdad que ahora habrá más posibilidades de empleo (el hospital entra en la bolsa). Y mantener la anterior situación no era de recibo.