Ribadesella, P. MARTÍNEZ

Pablo Casanueva tiene dieciséis años, vive en Ardines y estudia primero de Bachillerato en el instituto riosellano Avelina Cerra. Hasta ahí, su vida sigue la normalidad de un adolescente que se enfrenta, estos días, a los exámenes de la segunda evaluación. Tiene cámara fotográfica con la que desde hace un año comenzó a retratar a personas mayores de su entorno.

Empezó por Nocéu, donde tiene una casa y encontró un modelo de excepción, «Antonio, el campaneru» de la iglesia de San Salvador de Moru. Al principio eran sólo imágenes, momentos rebosantes de expresión, personas que cuentan en un gesto toda una historia. A Pablo Casanueva le gusta fotografiar mayores porque «son los más olvidados» y aportan a su instantánea «los rasgos de toda la vida de trabajo». El joven riosellano desmonta todos los tópicos sobre la supuesta «juventud desorientada». Por si fuera poco lo anterior, añade que los mayores «se merecen ese reconocimiento» y «son los más agradecidos».

Y no es para menos, ya que Casanueva cuelga las fotos en un álbum de la red social Facebook -ya tiene unas ochenta- y además se las entrega en papel a casi todos. Y de unos meses a esta parte, también le quedan muchas historias por grabar. Casanueva es admirador del gaitero y estudioso de las tradiciones asturianas Xosé Ambás y llevaba tiempo con ganas de hacer algo parecido a lo que su «héroe» presenta en el programa televisivo «Camín de Cantares».

Pero no sabía cómo, y su nueva cámara fotográfica, que también graba vídeo, le dio la respuesta. Empezó a captar los rasgos y a grabar las historias que los habían surcado y lo hizo con personas que conocieron a otro mítico de la comarca, Bernabé, un «fugau» de la Guerra Civil. «Fui sin guión, sin nada, y no lo publiqué en ningún sitio», explica Casanueva sobre su primera experiencia como documentalista.

Poco después llegó el primer encargo, de la tertulia femenina «El Garabato»: consistía en grabar a personas mayores de Ribadesella para posteriormente proyectar los vídeos en los terceros encuentros sociales «Manos Curtidas». Cámara en ristre y con el respetuoso cariño que le caracteriza, Casanueva captó las historias de Maruja Valdés, Chacha, los ganaderos Isabel y Pepe Lastra, el marinero Vicente Peñil, el empresario Emilio Serrano y otros.

Casanueva cree que «se perdió la comunicación, el preguntar. Antes, escuchar historias era el medio de entretenimiento. Ahora con la televisión e Internet, ya no», explica sin olvidar que las narraciones que guardan las personas mayores «no están en la Red, cuando esa gente muera, ya se acabó, se cortó la comunicación y lo que a ellos les contaron sus abuelos».