Cangas de Onís,

Alba SÁNCHEZ R.

Cangas de Onís homenajeará a Josefa Miyares Mesta, de 74 años, y a Gumersinda Rama González, «Sinda», de 81, el próximo sábado día 31, a las doce y media de la mañana, en el salón de actos de la Casa Municipal de Cultura de la capital del concejo, en el transcurso de la cuarta edición del Homenaje a las Mujeres Canguesas. Las dos distinguidas son madres de familias muy numerosas: entre las dos suman 28 hijos.

Josefa Miyares tuvo 12 hijos de los que tiene ya 19 nietos. Ella y su marido vivieron en la localidad de Llerices, de donde es ella natural, hasta hace treinta y cuatro años, poco antes del nacimiento de su última hija. Recuerda cómo tenía que ayudar a su marido en el campo y sacar a todos sus hijos adelante. Ya en estas últimas tres décadas las cosas fueron mejorando poco a poco, desde que se fueron a vivir a la localidad de El Bosque, donde aún reside.

Lo que más recuerda Josefa Miyares es cómo le mejoró la vida con una simple lavadora. Cuando la compró, ya tenía 10 hijos y hasta entonces todo lo había lavado a mano. Siempre le habían prometido, como a otras muchas madres de familias muy numerosas, una vivienda en los años setenta del siglo pasado, pero la casa prometida nunca llegó.

Sinda Rama tuvo 16 hijos, aunque dos de ellos fallecieron. Hoy tiene 34 nietos y 6 bisnietos, y quiere seguir los pasos de su madre, que conoció a tres tataranietos. Pese a haber llevado una vida muy dura, recorriendo los pueblos para intercambiar cosas y recoger chatarra para mantener a toda su familia, hoy se siente muy ágil y presume de que no le duele nada. Camina todos los días hasta ocho kilómetros para sentirse bien.

La vida le hizo coger demasiado pronto las riendas de su casa, ya que su marido enfermó. Después enviudaría, a los 60 años. Ayer contaba que cuando, una noche, dio a luz a su quinto hijo, apenas descansó unas horas: a la mañana siguiente del parto salía a ganarse el jornal, con el crío en brazos, hasta el pueblo de Següencu, situado 500 metros más alto que su casa del Pozu los Llobos, a la entrada de Cangas. Pese a todo, se siente afortunada. El día del Pilar del año pasado fue abuela y bisabuela a la vez, algo que la llena de orgullo.