Monte Cayón (Piloña),

Lucas BLANCO

Ni siquiera las vacas son ajenas a la crisis que desde hace unos años golpea fuertemente a la economía. Llega la primavera y, como cada año, una docena de ganaderos piloñeses eligen sus mejores vacas para enviarlas a disfrutar de unos pastos cuidados con esmero por sus dueños para obtener la carne y las crías de la mayor calidad posible. Sin embargo, la falta de recursos propios y la ausencia de ayudas debido al declive económico de los últimos años, impide que el mejor ganado del concejo de Piloña pueda disfrutar de la totalidad de las 120 hectáreas disponibles para el pastoreo en el Monte Cayón.

A pesar de la enorme dedicación de los ganaderos, la considerable reducción de recursos económicos para la higiene y renovación de las parcelas impide una limpieza y acondicionamiento total del terreno público cedido por la administración para su aprovechamiento. Esto provoca que haya que establecer un límite de tan sólo 12 vacas por ganadero que, junto a las crías que nacerán próximamente, sumarán apenas 200 reses que disfrutarán de los pastos.

A esta limitación de recursos hay que unir este año el escaso crecimiento del pasto provocado por las pocas precipitaciones caídas en los meses de invierno. «Cuando tenía que haber llovido no llovió y ahora que necesitamos un poco de calor nos llega el mal tiempo», señala el ganadero Manuel Ángel Melendi, que considera las ayudas públicas más necesarias ahora que nunca. «Si se mejoran las zonas deterioradas y se amplían las parcelas a zonas desaprovechadas, los efectos de la sequía no se notarían tanto», añade el ganadero de Lludeña.

Menos pesimista se muestra el también ganadero de la localidad de Biedes y presidente de la Junta Ganadera de Monte Cayón, Armando Gutiérrez, que considera salvada la temporada de pastos, que se prolongará hasta el próximo 30 de octubre, debido a las medidas adoptadas por sus colegas en los últimos años.

«Para la sequía que hubo aguantamos muy bien el tirón gracias a que en su día incorporamos la pradera artificial y dedicamos muchos esfuerzos en el abono de la zona», explica Gutiérrez, que, a pesar de todo, también se lamenta por la escasez de fondos. «Otros años llegábamos a emplear unas 30 toneladas de abono y esta vez sólo tuvimos dinero para unas 16», apunta.

De todos modos, ambos propietarios coinciden en señalar como una de las demandas más urgentes de su actividad la reparación de las pistas ganaderas de la zona, cuya situación califican de «lamentable» tras las obras para la instalación de la línea eléctrica de Soto-Penagos y, a día de hoy, dificulta de forma importante el acceso y transporte a las zonas de pastos. «Teníamos unas buenas pistas, pero al pasar vehículos pesados las estropearon y las empresas encargadas de la instalación sólo sufragaron una inútil capa de gravilla», indica Melendi.

A este respecto, Gutiérrez recuerda que, aunque se denunciaron los desperfectos provocados en las pistas ante la Consejería de Medioambiente, no recibieron solución alguna, al mismo tiempo que la administración comenzó a retirar ayudas para las reparaciones.

«La eliminación de subvenciones para reparar pistas nos ha mermado mucho las comunicaciones», sostiene el presidente del colectivo, que ve en estos recortes un aspecto más de las continuas crisis que ha vivido la ganadería en los últimos tiempos.

«Hemos pasados tantas crisis que esta no nos parece para tanto», bromea el ganadero, que pone como ejemplo la práctica desaparición hace años de la ganadería de leche por su baja rentabilidad.