Benia de Onís,

Patricia MARTÍNEZ

El Consorcio para el Desarrollo Rural del Oriente de Asturias propone completar el itinerario del arte rupestre en el oriente de Asturias abriendo al público un último equipamiento finalizado hace un año y pendiente de apertura por falta de personal, el Centro de Interpretación «Casa de los Pintores de Cuevas», en Carreña de Cabrales, que alberga la réplica de la cueva de La Covaciella, también cabraliega.

Este yacimiento, declarado Patrimonio Mundial, no es visitable y está cerrado al público, al igual que la cueva de Llonín, en Peñamellera Alta, también declarado Patrimonio Mundial. En esta última gruta, estaba previsto un centro de interpretación, que, a juicio del Consorcio, sería un complemento muy interesante para el itinerario del arte rupestre del Oriente, en el que también está el Dolmen de Santa Cruz, en Cangas de Onís, gestionado mediante un convenio entre el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura.

Este itinerario se inserta entre las cuencas de los ríos Cares y Sella, donde duerme un gran museo abierto, lleno de la obra anónima de artistas prehistóricos que habitaron el territorio durante los últimos 40.000 años. Vivieron y se expresaron a través del arte rupestre, al igual que lo hicieron sus iguales en zonas de Francia, Italia, Irlanda, Portugal, Suecia y Noruega. Algunos de estos territorios han sido convertidos hoy en grandes destinos turísticos de la Prehistoria y el arte parietal y forman parte de la asociación internacional «Caminos de Arte Rupestre Prehistórico», que en 2010 fue declarada Itinerario Cultural Europeo. El arte rupestre heredado en el Oriente es un tesoro que, a juicio del Consorcio, está por optimizar y tiene en el proyecto europeo una gran oportunidad para consolidarse como un importante producto cultural de turismo sostenible, que atraiga más visitantes a la comarca.

El ente participa en el proyecto de cooperación «GESTAR» (Gestión del Arte Rupestre), dentro del que está analizando la gestión de los yacimientos y equipamientos de la comarca, con el fin de plantear soluciones que contribuyan a obtener el mejor rendimiento. Una de sus sugerencias pasa por integrar los recursos a través de una mejor colaboración entre las dos administraciones competentes. De un lado, la Consejería de Cultura, titular de todos los yacimientos y del Centro de Arte Rupestre Tito Bustillo, y del otro los ayuntamientos, que gestionan el resto de los equipamientos nacidos al calor de las cuevas. La propuesta va dirigida, según explica Máximo González, gerente del Consorcio, a evitar que los centros construidos «estén infrautilizados después de las inversiones realizadas», para lo que analizan lo que hay y estudian «cómo se puede rentabilizar». El pasado mes de octubre, un equipo del ente comarcal participó en un viaje al valle de Les Eyzies, en la región gala de la Dordoña, un territorio similar al del Oriente y también situado entre las cuencas de dos ríos, que además cuenta con numerosos yacimientos de arte paleolítico, entre los que destaca la cueva de Lascaux, de la que sólo se puede visitar la réplica.

De esta visita se trajeron varios aprendizajes resumidos en tres verbos: «Informar, comprender y sentir», es el eslogan que emplean los vecinos galos para promocionar su producto cultural, que también podría aplicarse en la comarca oriental asturiana. Los centros de interpretación cumplen con los dos primeros puntos, pero para desarrollar el tercero, el de «sentir», proponen que la visita a los yacimientos comience en los centros, de forma que se valore también el acceso a los yacimientos en entornos naturales y singulares. Esto podría aplicarse a las visitas de El Pindal, en Ribadedeva, y El Buxu, en Cangas de Onís. «La experiencia de sentir comienza no sólo al entrar en la cueva, sino en la aproximación a ella. Caminar por un sendero en medio de la naturaleza es parte de la experiencia», añade el gerente.