Bulnes (Cabrales),

Ramón DÍAZ

El «neveru» de los Cuetos Albos se ha venido abajo arrastrando consigo miles de toneladas de tierra y rocas. Ha sido una gigantesca avalancha que ha cubierto buena parte de los Llanos del Tornu, un paraje situado en la ruta que conduce desde el pueblo de Bulnes hasta los puertos de Amuesa, por la canal del mismo nombre.

El alud ocurrió al mediodía del pasado martes 8. La suerte quiso que en aquel momento no hubiera en la zona ningún caminante (aquélla es una zona muy frecuentada por montañeros y senderistas) y tampoco cabezas de ganado (los ganaderos de Bulnes suelen subir sus reses a esa zona por estas fechas). Es, según varios vecinos, el mayor alud conocido en el entorno de Bulnes en el último siglo; mayor, incluso, que el registrado hace siete años, cuando otra enorme avalancha arrasó 25.000 metros cuadrados de bosque en una zona próxima conocida como El Acebucu.

La avalancha ha cambiado por completo el paisaje de los Llanos del Tornu, donde se observa ahora un enorme murallón de casi cinco metros de altura: el que forma la mezcla de nieve, tierra y rocas que se precipitó desde los Cuetos Albos, situados cientos de metros más arriba. Durante el pasado fin de semana, según señalaron varios montañeros, todavía se seguía escuchando en los Llanos del Tornu el ruido de algunas rocas que se seguían moviendo en las alturas, lo que indica que podrían registrarse aún más desprendimientos.

El «neveru» (es el nombre con que designan los vecinos a la nieve acumulada en aquella zona) de Cuetos Albos o Cuetos del Albu arrastró en su caída toneladas de tierra, piedras y rocas. Por este motivo el color del material depositado en los Llanos del Tornu, visto desde lejos, es amarronado, aunque observado desde cerca se comprueba que la mayor parte es nieve, que aún permanecía dura el pasado fin de semana. Hay asimismo una gran cantidad de rocas de tamaño medio en la superficie, previsiblemente muchas más enterradas y varios grandes bloques de roca.

Los vecinos de Bulnes suspiraban aún ayer aliviados porque la avalancha no causó daños personales, ni en las cabañas ganaderas de la zona. «Si coge a alguno, no se salva», comentó la hostelera Guillermina Mier Campillo, dueña del negocio de Bulnes que lleva su nombre de pila. Esta cabraliega asegura que nunca hubo avalancha tan grande como la del pasado martes en Bulnes. Su palabra tiene especial valor: cumplió 94 años el pasado 11 de enero. Eso sí, Guillermina Mier sí que oyó hablar, cuando era joven, de aludes como éste, e incluso mayores.

No hubo testigos oculares de la avalancha, pero sí personas que oyeron el estruendo que produjo. Unos turistas de Santoña (Cantabria) alojadas en el barrio de Bulnes de Arriba o barrio del Castillo oyeron un tremendo ruido cuando habían salido a dar un paseo.

Según relató Guillermina Mier, estos visitantes vieron a lo lejos lo que les pareció una enorme humareda y, en un primer momento, creyeron que se había incendiado la chimenea de su casa. Cuando se fueron acercando a la vivienda, se dieron cuenta de que el ruido y lo que creían que era una humareda (en realidad era la polvareda levantada como consecuencia de la caída de nieve y tierra) procedían de la canal de Amuesa.

Los Llanos del Tornu, como toda la Canal de Amuesa, presenta rasgos geomorfológicos inequívocamente glaciares, tal como se indica en la «Guía geológica del parque nacional de los Picos de Europa», un libro editado hace unos meses por el organismo autónomo Parques Nacionales y el Instituto Geominero de España, en cuya elaboración participaron once expertos, bajo la dirección científica de Elisa Villa Otero, de la Universidad de Oviedo. También en la Canal de Amuesa se observa una acumulación de grandes bloques calizos desprendidos del farallón situado al Norte.

Como señala la guía geológica de los Picos, hace miles de años estas avalanchas de rocas provocaron el cierre temporal de la canal, lo que, unido a los depósitos glaciares, permitió que surgiera una laguna en la zona que hoy ocupan los Llanos del Tornu. La formación de aquella laguna, desaparecida hace cientos de años, se vio favorecida por la existencia de un sustrato impermeable de pizarra.

A la altura de los Llanos del Tornu se observan, no muy lejos del lugar en el que se produjo la avalancha del martes 8, los efectos de anteriores aludes; en especial de los registrados en el año 2005, cuando el desprendimiento de dos grandes masas de nieve desde la majada de El Acebucu hasta la Canal de Balcosín arrasaron una superficie de más de 25.000 metros cuadrados en el bosque de El Acebucu, según se indica en la guía geológica del parque nacional.