Oviedo, Mariola RIERA

La pequeña Paula Mon viajó ayer a Oviedo con sus compañeros de primer curso de Educación Infantil del colegio de Infiesto (Piloña). La salida fue una más de las muchas que se programan durante el curso escolar. En este caso, a pasar una divertida jornada de juegos en el Palacio de los Niños. Sin embargo, la de Paula Mon no fue una mañana normal, pues en varias ocasiones tuvo que dejar de jugar para que su madre le pinchara en el dedo.

A la niña se le diagnosticó diabetes el pasado 29 de diciembre y, desde entonces, vive pendiente de esta enfermedad crónica y sus niveles de azúcar. Y su madre también. Porque María del Valle debe abandonar cada día su trabajo -tiene una asesoría- para desplazarse al colegio o donde esté la pequeña, como sucedió ayer, para realizar la glucemia. La alternativa es que Paula Mon no vaya al colegio o no participe en las salidas escolares.

Por este motivo, sus padres han iniciado una campaña de recogida de firmas para tratar de que se elimine el vacío legal y haya una legislación que regule la presencia de un técnico que le haga las mediciones a la niña y le suministre su dosis de insulina en el colegio o donde esté.

Empezaron hace poco más de 15 días a recoger firmas y ya rondan las 6.500. En Baleares se llegó a un acuerdo entre las consejerías de Sanidad y Educación para atender casos similares al de Paula Mon. Su madre quiere que suceda la mismo en Asturias. «Necesitamos 10.000 firmas para cubrir ese vacío legal», explica María del Valle. «Mientras tanto soy la única que puede ir al colegio para pincharla. Los profesores no pueden».

Con todo, la pequeña es ajena al revuelo que se ha montado a su alrededor. Y atrás queda el mal trago de los días que estuvo en el hospital, entre finales de diciembre y el 11 de enero, cuando le diagnosticaron la diabetes. Ayer disfrutó como una más de los juegos del Palacio de los Niños. Obediente, abandonó durante escasos minutos la actividad para salir a pincharse en el dedo cuando llegó la hora de controlar el azúcar. Eso sí, con prisa por regresar con el resto de compañeros de clase a jugar. «Ella está bien», dice su madre, dispuesta a llegar hasta el final para que la niña esté sana, atendida y tenga derecho a su escolarización como todos los demás.