Besnes (Peñamellera Alta),

Alba SÁNCHEZ R.

La cueva de Coimbre, en la localidad de Besnes, en Peñamellera Alta, es «el yacimiento con la densidad de ocupación humana más importante del Oriente y la más significativa de toda Asturias», señaló ayer el doctor en Historia y profesor-tutor de Prehistoria de la Universidad a Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Gijón, David Álvarez, la jornada inaugural de las excavaciones de esta temporada en la gruta.

La cueva, también llamada de las Brujas, suma ya cinco campañas de investigación. En el interior de la caverna, a sólo 60 metros de la entrada, se ha constatado una intensa ocupación humana del magdaleniense superior, hace 15.000 años. De ese punto se están extrayendo para su estudio numerosos restos de huesos de fauna, como corzos, rebecos, conejos e incluso osos y salmones. Las investigaciones demuestran una inequívoca organización entre los pobladores humanos, ya que hay hasta una zona de despiece de animales.

También se están recuperando numerosos objetos, como herramientas de caza y pesca de uso cotidiano, que demuestran que los seres humanos que habitaron Coimbre eran cazadores y recolectores. Destacan varias azagayas con decoración, que se suman a colgantes y cuentas de hueso, además de industria lítica: raspadores, raederas, buriles y puntas de dorso, casi todas fabricadas de sílex.

No era un lugar de asentamiento continuo, pero aquellos seres humanos pasaban largas temporadas en la cueva, quizás en épocas de abundante caza. No se han encontrado por el momento huesos humanos. Álvarez admitió que se desconoce que hacían con los muertos, ya que no se encontró ningún hueso que no fuera ocasional, como algún diente. Los pobladores estaban muy organizados: en una zona despiezaban, dejaban los desechos y procesaban las pieles, y en otra se calentaban y se agrupaban. Todo ello a una temperatura que no descendía en el invierno de 14 grados centígrados.

Esta última campaña de excavaciones que acaba de comenzar en la cueva de Coimbre durará alrededor de 15 días y luego vendrá el momento de procesar y, finalmente, publicar todos los resultados de los restos encontrados. Tanto la excavaciones como las investigaciones se llevan acabo con el mecenazgo de la fundación María Cristina Maseveu Peterson. También colaboran activamente el Ayuntamiento de Peñamellera Alta, un grupo de espeleólogos de la asociación «L'Esperteyu», voluntarios y alumnos de la UNED.

Según Álvarez, la cueva era muy conocida por los vecinos de las localidades más próximas y se usaba para la extracción de sedimentos para usos agrícolas. En el año 1971 dos jóvenes de la localidad de Alles, Miguel Gutiérrez y Luis Noriega, hallaron unos grabados, entre los que destacaba uno de un bisonte, e informaron de ello al médico del lugar, Gregorio Gil. Este y el prehistoriador José Alfonso Moure Romanillo dieron cuenta del hallazgo en varias revistas.