Arriondas, J. M. CARBAJAL

El nuevo Centro de Apoyo a la Integración de Arriondas lleva dos años cerrado, tras finalizar las obras de rehabilitación y ampliación del inmueble. Treinta y un alumnos y alumnas discapacitados intelectuales de la comarca del suroriente asturiano -Cangas de Onís, Ribadesella, Onís, Amieva, Cabrales, Colunga, entre otros concejos- llevan a cabo sus actividades en un local comercial de la villa de Arriondas, localizado concretamente en la céntrica plaza del Cañón, desde hace tres años, justo cuando se iniciaron las obras de rehabilitación y ampliación del inmueble del Centro de Apoyo a la Integración (CAI) de Arriondas, éste en la calle El Barco, en plena área educativa de la capital parraguesa.

Lo más llamativo de la situación es que va camino de que se cumplan dos años -los hará en diciembre- desde que finalizaran las obras de ejecución en el mencionado Centro de Apoyo a la Integración de Arriondas y, a falta de la dotación económica para el equipamiento del mismo, permanece cerrado a cal y canto. Al parecer, todo apunta a un problema de índole burocrática en la Administración regional para incluir la correspondiente partida en los Presupuestos del ejercicio de 2013 y así proceder, si nada se tuerce, a su apertura a los usuarios.

El nuevo Centro de Apoyo a la Integración de Arriondas fue posible gracias a una inversión de la Consejería de Bienestar Social y Vivienda del Principado de Asturias. En un primer momento se preveía tenerlo abierto para el otoño del pasado ejercicio de 2011, pero ha transcurrido otro año y continúa sin estar operativo a falta del correspondiente equipamiento de la instalación. Ya en mayo de 2011, el entonces director general de Mayores y Discapacidad del Principado, Alejandro Suárez, aseguró que había presupuestada una partida de 80.000 euros para el citado equipamiento. Nada más se ha sabido desde entonces.

El flamante inmueble -lógicamente, pendiente de estrenar- dispone de una superficie de 560 metros cuadrados, distribuidos en varias plantas y podría llegar a atender a medio centenar de alumnos y alumnos con discapacidad intelectual de la zona suroriental.

Entre tanto, desde que se iniciaron las obras en el anterior edificio -a punto de cumplirse tres años-, los usuarios, así como sus monitores, deben arreglárselas como pueden en un bajo comercial de alrededor de 180 metros cuadrados, al que se accede por unos peldaños de escalera, con bastantes incomodidades para el tipo de actividad a desarrollar.