Colunga, P. MARTÍNEZ

La Sociedad de Cazadores de Colunga llama a la calma tras el incidente ocurrido el sábado en la localidad de Lue, en el que una ternera que estaba estabulada resultó herida por una presunta arma de fuego. Su presidente, Bernardo Álvarez, niega este hecho y garantiza «que los disparos del cazador no hirieron a la ternera. Primero porque la familia reconoce que ya estaba herida cuando el cazador disparó al jabalí y también por una certificación del guarda de que no hubo más cazadores ni más tiros» anteriormente, relata.

La familia ganadera propietaria de la ternera herida, que posteriormente tuvo que ser sacrificada, asegura que el veterinario certificó «una herida de arma de fuego» realizada por disparos anteriores a los efectuados por los cazadores para matar al jabalí, algo en lo que ambas partes están de acuerdo. Jesús Sánchez, que el sábado estaba de jefe de cuadrilla, afirma que «no hubo ningún disparo más en ese lote» y explica que los únicos tiros que se produjeron en esa zona fueron los emitidos para matar al jabalí, cuando la ternera ya estaba herida. Según Bernardo Álvarez, la herida de la ternera «podría ser de salida, pero tenía que tener entrada por el otro sitio», algo que no encontraron.

De la misma forma, Sánchez apunta que el veterinario que certificó la herida de arma de fuego «es relativamente joven y creo que nunca vio una herida de bala en un animal. Si un disparo hace ese desgarro, rompe el hueso, y no estaba roto».

Sin embargo, lo que motivó la investigación del Seprona fueron los disparos contra el cerdo salvaje, efectuados a menos de 200 metros de la cuadra, la distancia establecida por ley para cazar respecto a un núcleo habitado. Sánchez asegura que «el cazador estaba a 175 metros y de espaldas a la cuadra, según verificó el Seprona».

Para el cazador, «es difícil de calcular una diferencia tan pequeña como son 25 metros en una zona de seguridad de 200». Recuerda, además, que los 200 metros son para un núcleo habitado, requisito que dijo no está claro en el caso de la ganadería. Si no es núcleo habitado, la ley manda cazar a un mínimo de 100 metros, «a lo mejor estábamos correctamente», añade.

A juicio de los cazadores, la noticia «produjo una alarma ante la caza que parece que somos como terroristas, y somos una sociedad que invierte en Colunga más de 200.000 euros todos los años».