Llanes, Ramón DÍAZ

Los inmigrantes son ahora mismo la principal «clave» de que el bajón poblacional registrado en la comarca desde que estalló la crisis se mantenga en niveles mucho menores que en otras zonas de Asturias, como las Cuencas o el Occidente, destacó ayer Rafael Menéndez, geógrafo e investigador del Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) de la Universidad de Oviedo y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA.

Aunque en la comarca oriental se registran más defunciones que partos desde hace varios años, esa diferencia casi se ve compensada por la llegada de inmigrantes, principalmente extranjeros. Claro que la crisis económica está provocando que lleguen cada vez menos inmigrantes, e incluso que algunos abandonen la comarca. La conclusión es clara: si la crisis no afloja, el número de habitantes de la comarca -52.766 según el padrón del año pasado- se vendrá abajo. Porque, visto el elevado nivel de envejecimiento de la población, la «única posibilidad» para mantener los actuales niveles de población es «atraer a gentes de otros lugares», indicó el geógrafo.

Rafael Menéndez destacó la pujanza de los principales núcleos de población de la comarca, la ciudad canguesa y las villas, y el paulatino despoblamiento de la zona rural. Cangas de Onís aparece como la localidad en la que se registra el mayor aumento poblacional de los últimos años (un 8 por ciento en diez años, hasta alcanzar los 6.787 habitantes). Sólo Llanes se acerca a ese crecimiento porcentual, aunque pierde población desde que estalló la crisis y se quedaba el 1 de enero de 2012 en 13.983 habitantes. De hecho, sólo Llanes y Cangas de Onís tienen en la actualidad una población similar a la que tenían cuando estalló la crisis.

Del resto de los municipios de la comarca, únicamente Parres y, en menor medida, Ribadedeva y Ribadesella mantienen una población similar a la de 2002. La traducción parece evidente: los habitantes de la comarca se concentran cada vez más en los núcleos urbanos, mientras que los pueblos se van quedando vacíos. Es una de las consecuencias del envejecimiento de la población: «los vecinos se van a vivir a las villas, donde hay farmacia, médico y centro de salud; es un movimiento interno de la zona rural a las villas», destacó Menéndez.

El elevado índice de ruralidad provoca, por ejemplo, que uno de los municipios «grandes» de la comarca del Oriente, Piloña, haya visto diezmada su población en tres lustros, hasta quedarse por debajo de los 7.800 habitantes. Porque Infiesto resiste en torno a los 1.800 habitantes desde hace unos años, pero los pueblos piloñeses suman cada vez más viviendas deshabitadas. Rafael Menéndez destacó, no obstante, que el descenso de la población en el Oriente está muy por debajo del de comarcas como las Cuencas o el Occidente, y sólo por detrás del de la zona central, con Oviedo, Gijón, Avilés, Siero y Noreña como principales cabeceras.