Arriondas (Parres),

-Nacieron en 1989 como una asociación de parados, ¿cuáles eran sus objetivos entonces?

-El objetivo era intentar dinamizar el trabajo, en aquel momento todavía no había llegado el «boom» de las piraguas, que empezó después. No había tantos hoteles, menos apartamentos, y mucho paro. La asociación se fundó con miras a buscar trabajo y en las primeras reuniones estaba el salón de actos del Ayuntamiento lleno. Pedíamos al alcalde que reclamara un centro para hacer cursos del Inem, de preparación de lo que fuera. No se consiguió, tampoco nos hizo mucho caso.

-¿En qué momento pasaron a ser una asociación de mujeres y por qué?

-Hubo seis o siete meses de movimiento pero la cosa se fue apagando. Fue yéndose a nada y acabó convirtiéndose en la asociación «Cima», integrada en su mayoría por mujeres pero no de mujeres. En 2004 se promulgó la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género y nos tuvimos que constituir como asociación de mujeres obligatoriamente. Si no, no podíamos acceder a las subvenciones del Instituto de la Mujer.

-¿Tienen socios o alumnos en sus cursos?

-A los cursos vienen hombres, pero no pueden ser socios ni gozar de los privilegios que tiene la socia.

-¿Le parece bien?

-A mí no, porque si no queremos que nos discriminen, ¿por qué tenemos que discriminar a los hombres si hubiese alguno que nos quisiera apoyar?.

-Sus siglas corresponden a Cambios, Iniciativas, Mejoras y Alternativas, ¿qué cambios necesitan las mujeres en Parres hoy en día?

-Teníamos que dar una vuelta como un calcetín. La gente aquí está muy conformista, no lucha. Arriondas está un poco dormido, un poco triste, la gente no se implica, espera que se lo des hecho, les falta un poco de empuje. También harían falta ayudas institucionales, porque podríamos hacer muchos cursos pero no los hacemos porque tienes que traer un monitor que no hay, que viene del centro, que cuesta mucho. En la zona centro tienen más posibilidades y facilidades.

-¿Cree que ha habido mejoras en la vida cotidiana de las socias desde que fundaron el colectivo hasta ahora?

-Sí las hay. Vienen, se entretienen, se relacionan más, se evaden un par de horas de los problemas que tienen en casa, a muchas les vale hasta de terapia. Aparte de que se ven creativas y muy ilusionadas con lo que hacen. Al final salen de casa, que es lo más importante.

-¿Cuántas socias tienen?

-Unas 170.

-¿Cree que podría haber más?

-Arriondas es pequeño, yo creo que es un logro tener 170 socias. Para el colectivo que somos... Para mí es un logro, yo creo que está bastante bien.

-¿Qué le diría a la que esté pensando en apuntarse?

-Somos un colectivo abierto, la gente cuando nos conoce se lo pasa bien, algunas hasta nos dicen que prefieren gastar aquí treinta euros en lugar de en la botica. Llegamos a hacer como una familia. Nuestra labor es de convivencia y yo creo que es positiva.

-¿Cuál es el perfil de edad y dedicación de las socias?

-Tenemos cada vez más gente joven, pero el promedio es de 55 o 60 años. De treinta a ochenta y pico, hay de todas las edades. La mayoría son amas de casa, aunque también hay gente trabajadora, que hace turnos en las fábricas y viene un día sí y un día no.

-¿Acuden mujeres de la zona rural?

-Tenemos muchas socias de la zona rural y algunas sí que vienen. Mucha gente de los pueblos vendría a hacer cosas pero no puede. La mayoría tiene el problema del transporte y no pueden hacer nada porque no disponen de coche o dependen de que los maridos las suban y les bajen. Si tuviésemos unas buenas subvenciones, no nos costaría nada coger a la gente en un transporte, bajarla y volver a subirla, pero no lo podemos hacer. Al final hablamos siempre de dinero.

-Su preocupación fundacional era el empleo, ¿cree que la mujer está, en este sentido, en desventaja con el hombre en Parres?

-Para mí sí hay menos oportunidades para una mujer que para un hombre, aunque hay socias que no opinan lo mismo. Creo que el trabajo de la mujer aquí está muy mal porque tienes tres meses de hostelería y nada más. Tenemos unos trabajos o de fregonas o de hacer camas y ya no hay ni eso tampoco. También en esto hay desventaja respecto al centro de Asturias, aunque en este momento no hay trabajo en ningún sitio.

-¿Qué proyectos de futuro tienen?

-Seguir, sino es mejor, por lo menos como estamos. Intentando siempre innovar y meter cursos e ideas nuevas que sigan enganchando. Necesitamos gente nueva en la ejecutiva que tenga ideas, llevamos veinte años y estamos muy cansadas. Pero nadie quiere.

-¿Cuál es su necesidad más urgente ahora mismo?

-Económica, como en todas las asociaciones. Tenemos que esperar como mínimo seis meses para ver si podemos seguir adelante con ello o no. Hasta ahora estábamos en unos locales gratuitos del Ayuntamiento, pero ahora tenemos que pagar alquiler, luz, gas y agua. No tenemos garantizada la continuidad económica, en 2012 cobramos la subvención del Ayuntamiento del año anterior, pero en 2013 nos han dicho que no se sabe. Si no hay subvención, no sé cómo lo haremos. Hasta ahora el Ayuntamiento se ha portado muy bien con nosotras, no tenemos queja de ellos. Y si no nos lo dan es por falta económica, no porque no lo apoyen.

-¿Cuántos cursos tienen en marcha ahora?

-Tenemos dieciséis cursos diferentes. La semana pasada empezamos uno de danza del vientre y salieron contentísimas. Y tenemos uno de francés ofertado pero que de momento no ha tenido mucha repercusión.

-¿Han notado la crisis en la asistencia a sus cursos?

-No, a pesar de la crisis, este año tenemos mucha afluencia a los cursos, incluso los hay que tienen que doblar porque tienen muchísima gente. Teníamos un poco de miedo, con la que está cayendo, pero tenemos más gente que nunca porque tenemos más cursos que nunca.

-En 2006 debutaron con un grupo de teatro, ¿sigue funcionando?

-Sí, paramos dos años y volvimos en 2008. Ensayamos los lunes y los martes y estamos haciendo una obra nueva muy larga.

Catalana y afincada en Arriondas

Fina Castellnou nació en Benissanet, en la provincia catalana de Tarragona. Estuvo cinco años en Galicia y se trasladó hace 28 a vivir a Arriondas. La asociación que preside se inició a raíz de la reunión de un grupo de parados y Castellnou, que aún no estaba muy integrada, asistió a este primer encuentro. Primero fue socia, después vocal y finalmente presidenta. Le gusta mucho cantar, algo que le viene de familia pues sus padres son músicos. Venía de Cataluña, donde «raro es el pueblo que no tenga coral» y cuando llegó a Arriondas se preguntó, «¿por qué no?». Lo consiguió en 1996 con la fundación de la coral «Cima», en la que recuerda que la directora de entonces propuso probar tres meses sin cobrar a ver si su iniciativa cuajaba. Y cuajó, pues la formación está hoy consolidada. Además de presidir la asociación, Castellnou da clases de español a un grupo de mujeres marroquíes y participa en los talleres de pintura y restauración. Su intención sería dejarlo, pero confiando la directiva a «alguien que veas que tiene intención de hacer algo, al menos que no decaiga». La presidenta asegura que le daría «mucha pena que desapareciera porque hemos luchado mucho y hacemos un servicio social bueno».

<«La gente aquí es muy conformista, no lucha, no se implica, espera que se lo des hecho, le falta un poco de empuje» >

<«Ha habido mejoras en la vida cotidiana de las socias. Vienen, se entretienen, se relacionan más, se evaden un par de horas»>