Cangas de Onís,

Alba SÁNCHEZ R.

No hace muchos años que las mujeres se reunían para confeccionar todos los tejidos: ropa de vestir, ropa de cama, lo necesario para la casa, de lana o lino, para todo el año en los llamados filandones, que a su vez servían para tratar los temas cotidianos de la comunidad o de mayor relevancia. Con esa esencia, y ya que el nombre del bar Filandón, de Mai Gutiérrez, coincide, un grupo de mujeres de Cangas de Onís se junta todos los miércoles para compartir los conocimientos de tejedurías que muchas veces están olvidados o resultan de difícil aprendizaje. En la primera sesión, que resultó todo un éxito de participación, se llegaron a reunir ocho mujeres, que trajeron sus agujas y sus lanas para seguir o dar comienzo a una prenda tejida con ese material. Fueron mujeres, pero las sesiones, que tendrán continuidad todas las semanas, están abiertas también a los hombres, pues no debe olvidarse que hay grandes modistos o sastres muy renombrados varones. La edad no importa, tampoco los conocimientos previos en la materia, lo importante es querer pasar un rato distraídos y crear con un grupo unido.

Hace años que está circulando un movimiento de personas de diferentes disciplinas artísticas que se juntan para crear, y con esa idea nació este grupo, que aún el miércoles estaba pensando en elegir su nombre.

Pero no sólo se trata de confeccionar prendas, sino de que cada persona aporte sus conocimientos en temas tan ancestrales como el propio hilado, los trabajos con ganchillo, los pequeños patrones y un sinfín de ideas. Ideas que cada vez que este grupo se junta fluyen a borbotones.

La primera sesión ya enganchó a un grupo que, seguro, aumentará semana a semana. Cada una de las participantes se comprometió a enseñar a las demás alguna cosa curiosa o trabajos que nunca realizaron por miedo a no tener asesoramiento de un experto. Todas lo tenían claro: es una forma de pasar las tardes de invierno y, a la vez, de socializar.