La playa de Vega, en Ribadesella, un día espléndido de sol y una moto acuática forman una atractiva combinación para practicar «tow out», una modalidad de surf que aprovecha la velocidad del vehículo para que el jinete entre en la ola de una forma determinada, para que «vuele».

Mario Lebrato es langreano y el cofundador de la empresa de viajes de turismo de aventura Wildblue Expeditions, que opera en Sudáfrica, Mozambique, Madagascar y Alemania, además de en Asturias. También es el responsable de que seis de los mejores surfistas de la región se metieran al agua junto a una moto para ser grabados y fotografiados en plena faena.

Los seis surcaron el arenal de Vega para provocar las mejores imágenes, que acabarán en tiendas especializadas, en revistas y en agencias de viajes. Se trata de una actividad paralela al Festival de la pantalla, que se celebra una vez al año en Villaviciosa y que reúne a los profesionales y amantes de la foto y el vídeo de surf y actividades en el mar, una especialidad con identidad propia.

Para Lebrato, «juntar el surf con la foto y el vídeo es una manera de relacionar el potencial del Cantábrico para desarrollar deportes náuticos y todo ello queda ligado siempre a la imagen». Indica que siempre que haya una buena sesión de surf, las cámaras estarán presentes.

El deporte de deslizarse sobre las olas, en cualquiera de sus modalidades, está «íntimamente relacionado con la foto y el vídeo», según explica. Y añade que en Asturias hay tradición de los tres, como mostró la tercera edición del festival maliayo, donde se proyectaron las mejores imágenes y vídeos de España. El «tow», la faena en la que se emplearon los seis deportistas, puede ser «in», con lo que el surfista es arrastrado dentro de una ola gigante, u «out», cuando se hace en olas menores, como las que ofreció la playa riosellana para la sesión. Para buscar la mejor instantánea, el «momento decisivo» del que hablaba el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, en esta modalidad sería necesario «que pegasen vuelos con olas que cierran, orilleras y potentes», describe Manuel Toral, uno de los fotógrafos que acompañan al equipo.

Buscan, de esta forma, «que la ola cierre en la barra para que haga de rampa» y ofrezca el espectáculo deseado. La playa de Vega fue elegida para el rodaje por su orografía, ya que el viento se canaliza y pega por detrás, lo que en el mundillo se conoce como «offshore». Este viento suele conseguir pegar en la pared de la ola según se forma, hacer que se levante un poco más y que aguante más tiempo abierta.

Para el surfista gijonés Dani Aznar, la de Vega fue una «experiencia diferente de buscar velocidad con la moto». Explicó que la playa no tenía las condiciones más apropiadas, aunque valoró la actividad «para empezar a entrenar y tener contacto». Aznar añadió una puntilla más a la artesanía de la ola al matizar que el viento en Vega durante la sesión «bacheaba un poco el mar, por lo que la ola no es tan limpia y no te deja volar con tanta facilidad». Junto a él, estuvieron en el agua Eloy Álvarez, Diego Anta, Álvaro Artidiello, Mara Rey, Sergio Viña «Campa», Moisés Padín, Wences Martínez, Jorge Arenas Fernández, Manuel Peraita y Jesús Álvarez.