Ahora que no estás con nosotros, querido Cosme, te dedico estas palabras de agradecimiento, tú has sido el que ha despertado en mí el sentimiento de asturianía, que no me abandonará jamás, en nuestras largas charlas en tu despacho del Centro Asturiano de Madrid en la calle Arenal, donde la mayor parte de los días comías y me invitabas a compartir mesa, por aquellos años 74, 75, por razones profesionales yo viajaba mucho a Madrid e hice del Centro Asturiano mi hogar en la capital de España, me imbuiste del sentido de asturianía que hizo que junto con otros asturianos en el 76 fundáramos el Centro Asturiano de Málaga, centro que visitaste junto con tu presidente adjunto, el añorado Rutilio Martínez Otero, padre del que ahora toma las riendas de tu querido Centro Asturiano de Madrid, y de Jesús Álvarez, secretario general de la FICA y ex presidente del Centro Asturiano de Oviedo, y vuestras respectivas esposas, cuánto disfrutamos a la orilla de la mar mediterránea.

Juntos fundamos la FICA en lo que por aquel entonces era la Diputación de Asturias, en la mesa presidencial, tú, José Luis Casas y yo, curiosidades de la vida, precisamente, esta asociación en la que tanto creí y que tanto me defraudó hizo que tuviéramos algunas discrepancias que nunca empañaron la amistad personal, que siempre ha estado por encima de criterios.

Juntos escuchamos al amigo Joaquín Pixán e incluso nos permitimos acompañar al «Cuarteto Asturianía», una de las niñas de tus ojos. En alguna de les cancionines, con las que compartíamos un culín de sidra. Mi esposa y yo hemos vivido el nacimiento de la Quinta Asturias, otra de las niñas de tus ojos, y en ella he tenido el honor de imponerte el escudo de oro del Centro Asturiano de Málaga en presencia del también muy bien recordado Rafael Fernández, por aquel entonces presidente del Consejo de Comunidades Asturianas.

En la nota necrológica de tu entidad se hacen eco del sentimiento de orfandad por tu ausencia, creo que quien te releva lleva en los genes la asturianía necesaria para seguir tu enorme tarea, he ofrecido mi total colaboración al recientemente nombrado tu sucesor, Valentín Martínez-Otero, hijo de mi buen amigo Rutilio; el Centro Asturiano de Madrid seguirá siendo mi segunda casa en Madrid, pero tu figura seguirá flotando en el ambiente.

Nos quedó una cosa pendiente, que retomaré con tu sucesor, un encuentro en el Centro Asturiano de Madrid de los Langreanos en Madrid.

Sé que es una utopía, pero recomendaría que en la nueva ley de reconocimiento de asturianía se hiciera referencia a lo que tú has representado para Asturias en la capital del reino y en el mundo entero y que la gran pomarada de manzanas de oro que has dejado haga que la sidra asturiana se enriquezca con la gratitud a todas las personas que la han merecido, entre las que estás incluido, como no podía ser menos.

Te recordaré siempre como asturiano universal. Descansa en paz.