«Con una capa de aglomerado que acondicione y mejore el desnivel del peralte de la pronunciada curva se soluciona el problema», comentó ayer un asiduo del santuario de Covadonga, en referencia al dilema presentado hace escasas fechas por sendos autobuses de excursionistas foráneos que quedaron «atrapados» en el acentuado giro de los jardines colindantes con el hotel Pelayo, a escasos metros de la entrada principal a la santa cueva y a la explanada en la que se ubica la basílica del santuario, situado a la entrada del parque nacional de los Picos de Europa, en el municipio de Cangas de Onís.

Ese punto de la calzada es conocido por los lugareños como «la curvona» o «la curva del Texu» y en él los conductores de los vehículos pesados que descienden del santuario rumbo a Cangas de Onís, o que van en dirección a los Lagos, necesitan hacer una maniobra de gran apertura para librarla con normalidad, sobremanera, cuando carecen de reguladores -auxiliares de la Policía Local- que les faciliten el tránsito.

Las marcas rodadas de las dos ultimas incidencias de los autocares de excursionistas, acontecidas en fechas distintas, quedan bien patentes en el pequeño jardincillo, ya que aún nadie ha actuado sobre la zona afectada. Al parecer, las competencias en esa materia dependen de la Consejería de Fomento e Infraestructuras del Principado de Asturias, que es el organismo titular de esa carretera.

La última incidencia ocurrida en esa curva data de los primeros días de este mes, cuando se registró un auténtico caos circulatorio, al quedar numerosos coches atrapados debido al atasco que sufrió un autobús de la empresa Pascual Puerto, de la Comunidad Valenciana, en la curva de los jardines del hotel Pelayo, cuando descendía por la carretera AS-262 hacia Cangas de Onís.

El conductor del autobús no se abrió lo suficiente para tomar la cerrada curva en sentido descendente, colindante por el otro arcén. El vehículo quedó literalmente atrapado en ese punto.

Durante casi una hora el propio conductor trató por todos los medios de solventar la situación. Llegó, incluso, a poner cuñas bajo las ruedas. Mientras tanto, los coches que querían subir o bajar se fueron acumulando en la carretera y Covadonga quedó colapsada durante casi cuatro horas, hasta que se logró liberar el autobús.