San Pedro (Ribadesella),

Patricia MARTÍNEZ

Entre la villa riosellana y la cercana población de San Pedro transitan muchos peatones a lo largo del año, tanto peregrinos del Camino de Santiago como otro tipo de paseantes. Por eso el alcalde pedáneo de la localidad, Alfredo González Villarías, pide una senda peatonal desde el camping Los Sauces hasta la vecina San Esteban de Leces, pasando por San Pedro.

La carretera que cruza el pueblo forma parte del itinerario cultural -es uno de los pocos tramos que está sin peatonalizar- y González aclara que hablan de senda, «arcén o algo que proteja al peatón», pues el vial sólo está acondicionado para el tráfico rodado. «Sería un bonito paseo», añade con independencia de su principal argumento, preservar la seguridad de los viandantes. Los vecinos formularon la petición en el anterior mandato, cuando se estaba terminando la senda de Tereñes, y tras hacer un presupuesto les dijeron que, en aquel momento, no era viable económicamente.

El alcalde pedáneo ha trasladado la solicitud al actual equipo de gobierno e indica, al tiempo que reconoce que disfrutan de servicios como el saneamiento, que también «haría falta repasar caminos a efectos de pavimento». El nombre completo del pueblo es San Pedro de la Llama, que consta como parroquia por primera vez en un documento del año 1542. Fue la que menos tiempo duró de todas las del concejo, puesto que en 1880 los vecinos pasaron a pertenecer a San Esteban de Leces.

La capilla lleva el mismo nombre que la localidad y data del siglo XVIII, aunque se incendió durante la Guerra Civil y fue reconstruida en el XX. Sin embargo, del pórtico, también derribado durante la contienda, sólo quedan restos del muro. En ella se celebraba la fiesta de San Pedro y hasta 1897, año en que se cerró el paso por el río Malecón, los romeros iban río arriba en pequeñas embarcaciones denominadas «saleas» hasta cerca del templo.

Cuentan las crónicas que a la fiesta acudían vecinos de toda Ribadesella, de las aldeas del concejo y los primeros veraneantes, pues tiene lugar el 28 de junio. Hoy en día, la fiesta religiosa se limita a la misa, y la profana, con sus animadas romerías y verbenas, ha desaparecido.

San Pedro de la Llama tiene una población de unas 50 personas que residen todo el año, una cifra que se duplica en el verano gracias, en parte, a la decena aproximada de viviendas que se han construido en la última década.

En la época de bonanza, la zona se vio contagiada por la expansión que experimentó el cercano barrio de Los Porqueros y la localidad continúa teniendo terreno urbanizable. No en vano, si la crisis inmobiliaria no hubiera estallado, las construcciones hubieran cubierto el tramo que quieren recorrer con la senda, hasta llegar al pueblo.

Además de la capilla, otro punto de interés en San Pedro es el lavadero, restaurado y con la figura de dos lavanderas. «Está en medio del pueblo y los peregrinos le dan mucho uso, tiene grifo y asientos y disfrutan del último refrigerio» antes de emprender la subida al albergue de San Esteban.

El Ayuntamiento riosellano también ha desbrozado una antigua fuente a la que iban los vecinos del lugar, con una edad media en la actualidad de «unos 60 años». Hay muchos octogenarios y pocos jóvenes y sólo dos niños viven allí en invierno.

San Pedro está a tres kilómetros del barrio de la playa, en la villa riosellana, y limita con las poblaciones de Abéu y San Esteban de Leces.