Pasada la una de la tarde el milagro de la vuelta a la vida de los dinosaurios se hacía realidad en el Museo del Jurásico de Asturas (Muja) con motivo de la recreación del nacimiento de una cría de camarasaurio de la que fueron testigos treinta niños. «Mario Rayo», que así se bautizó, es desde ayer un vecino más de Colunga.

Esta curiosa actividad se ha convertido en el reclamo de la exposición del museo «Dinosaurios: Huevos y Bebés. Encuentro con el pasado» para este fin de semana para el que estaban previstas cinco representaciones cuyos dos últimos actos tendrán lugar en la jornada de hoy a partir de la una del mediodía y desde las seis y media de la tarde.

Los participantes son recibidos amablemente por la doctora Grant, la cual hace esfuerzos para evitar su acento anglosajón, y su ayudante Paris. Ambas explican a los pequeños durante unos minutos el método a través del cual han conseguido obtener huevos de dinosaurio a través de las muestras de ADN obtenidas de unos mosquitos conservados en ámbar. Sorprendentemente, reciben una llamada de su jefe que les advierte de que los huevos, guardados en una incubadora, están a punto de eclosionar. Es entonces cuando las protagonistas de la historia ofrecen a los niños ser testigos de excepción de las crías y estos acceden sin dudar. «Yo siempre quise ver cómo nace un dinosaurio», exclamaba el pequeño Endika antes de que la doctora y su ayudante advirtieran de que los interesados debían pasar por un riguroso proceso de esterilización y ponerse un atuendo especial.

Una vez en la sala de cuidado de los huevos las luces se apagan, se abre una puerta y entre humo aparece una incubadora con varios huevos. Seguidamente un huevo empieza a moverse y pronto un pequeño camarasaurio se abre paso entre los cascotes. «Es precioso, ¿Puedo llevármelo?», preguntó en vano una niña llamada Lucía.

No obstante, y una vez que el dinosaurio fue medido y atendido por las doctoras, los niños pudieron tocarlo y disfrutar con sus imprevisibles movimientos, pero eso sí, después de elegir un nombre. Tras unos minutos de debate en los que unos se decantaban por llamarle «Mario» y otros por «Rayo», se sometió a votación. Resultó elegida la primera opción, pero por un estrecho margen, así que se quedó con los dos.

Así, «Mario Rayo» fue recibido con los brazos abiertos por sus matronas, que también pudieron jugar con otras crías que han ido naciendo en los últimos días para finalmente pasar a visitar la exposición itinerante que permanecerá en el Muja hasta el 31 de agosto y aprender todo lo que sus cabezas pudieron absorber sobre las formas de reproducción y cría de los dinosaurios.