La naturaleza enseña cosas que no todos los humanos saben ver. Estamos tan inmersos en nuestro ajetreo cotidiano que se nos escapa a menudo la posibilidad de descubrir, o la ocasión de sorprendernos, o la aventura de fascinarnos. ¿Quién es capaz hoy de ver en la superficie de los ríos, por ejemplo, el reflejo de la vida y la metáfora del transcurrir del tiempo? Tal vez sólo los poetas. La pintora Margarita Alonso Saiz (Torrelavega, 1959), que recurre mucho a la poesía para explicar sus trabajos, lleva haciéndolo desde hace veinte años.

La naturaleza como punto de atención. Una mirada desde la serenidad. El núcleo del expresionismo pictórico de Margarita Alonso, alejado de la altisonancia, pone en esa atenta mirada una carga sutilmente filosófica. En cada trazo de color (habitualmente oscuro, pero lleno de vigor) está depositada con suavidad una intención estética, pero también ética. La obra de Margarita Alonso habla de intimidades susceptibles de compartirse.

Se trata de expresar las multiplicadas sensaciones que provoca la contemplación del agua que pasa. Igual que a Claude Monet, esa contemplación mueve a la artista cántabra a gestionar los reflejos en los ríos, a reflexionar y profundizar formalmente sobre ellos y a reconstruir en sus cuadros una visión de la realidad a partir del impacto de la luz. Nos imaginamos a Margarita Alonso ensimismada ante el espejo del agua, dispuesta a captar y perpetuar los esquivos instantes de los cambios sin fin a que se ve abocada al cabo del día la superficie de las corrientes continuas de agua. Algo semejante a cuando uno mira el cielo y descubre formas concretas en las formaciones nubosas. En el caso del agua, sabiendo ver «las porciones de cielo que allí se reflejan y que esparcen vida y movimiento. La nube que pasa, la brisa que refresca, el copo que amenaza y que cae, el viento que sopla bruscamente, la luz que mengua y renace?», como dejó anotado el propio Monet.

Entre infinidad de matices azulados queda trasladada al lienzo o a la tabla la capacidad de observación de la pintora, que no se limita a auscultar la luz y las sombras de las orillas y riveras, o los reflejos sobre la superficie del agua, sino que penetra en la oscuridad del lecho para desentrañar la información contenida en una profundidad apenas intuida.

Días pasados se presentó oficialmente en la Casa Municipal de Cultura de Llanes el vídeo «Agua en el agua», que recoge en escenarios naturales una original aproximación a la obra pictórica de Margarita Alonso Saiz. Ante dos grandes cuadros colocados a la vista del público, con unos pies que recogían extractos de poemas de Jorge Luis Borges y Dámaso Alonso, la artista plástica explicó los conceptos básicos del proceso creativo que le ha llevado a centrar su obra, desde 1993 en los ríos, y lo hizo citando a Monet. «El agua como inspiración en el arte» fue el título del acto audiovisual, en el que participaron también la poeta astur-mexicana Rocío Noriega y el guitarrista Julián Tuero.

El vídeo, que se presentaba por primera vez en público, fue rodado durante el otoño de 2012 en la localidad segoviana de Martín Muñoz, junto al río Aza, y colaboró en su realización un grupo de alumnos del último curso de la Escuela de Arquitectura de Madrid, coordinado por el profesor Enrique Herrada.

Licenciada de grado por la Facultad de Bellas Artes de Madrid, Margarita Alonso había ganado en 1996 el primer premio en el Certamen Nacional de Pintura «Premio Zarcillo», convocado por la Junta de Castilla y León. Cinco de sus exposiciones, tituladas «Paisaje y agua» (Santillana del Mar, 1994), «Remanso» (Sala de Arte Espí, Torrelavega, 1995), «Agua en el agua» (Casa Municipal de Cultura de Llanes, 2011), «Agua en el agua II» (Casa de Cultura de Torrelodones, 2012) y «Agua en el agua III» (Sala-Museo Mauro Muriedas, Torrelavega, 2013)- tuvieron como referencia los ríos, como evocación y como reflexión.