Dejarse un poco de la suela de su calzado para empezar con buen pie las fiestas. Eso es lo que hicieron ayer los alrededor de medio centenar de vecinos de las localidades piloñesa de Priede y Samalea. Como ya es tradición desde hace unos quince años, buena parte de los habitantes de los dos pueblos llevaron una bandera de Asturias al pico Priede, cota más alta de la parroquia, para dar la bienvenida a los festejos de Nuestra Señora de la Asunción.

El ambiente festivo pudo palparse desde primera hora de la mañana. Algunos vecinos comenzaron a engalanar sus casas, otros aprovechaban para segar los prados y adecentar las cunetas para recibir a visitantes y familiares emigrados, e incluso ya hubo alguno que aprovechó para tomarse la primera consumición en la carpa instalada en la plaza de la capilla de Priede.

Sin embargo, no fue hasta las once y media de la mañana cuando empezó el verdadero movimiento en una de las citas más esperadas por los romeros locales. A partir de esa hora empezaron a concentrase vecinos equipados con mochilas, calzado deportivo y algún tentempié con el objetivo claro de comenzar las fiestas de una forma tan original como saludable. Poco después y una vez que el número de participantes en la marcha hacia el pico Priede ya superaba la treintena, la comisión de festejos decidió premiar a los valientes con una camiseta conmemorativa de color verde y un pañuelo blanco.

No fue hasta poco antes del mediodía cuando la comitiva inició un recorrido en el que los más pequeños fueron en cabeza portando y ondeando con todas sus fuerzas la enseña regional. «¿Cuándo cantamos el Asturias Patria Querida?», preguntaron repetidamente varios niños del pueblo, entusiasmados por poder ir al frente de una iniciativa que cuenta con muchos incondicionales y que poco después de una hora de caminata y 2,5 kilómetros de importante desnivel recorrido, culminó con la bandera espetada en la parte más alta de la localidad piloñesa.

Pese al éxito de convocatoria, desde la comisión de festejos señalan que la participación sería mucho mayor de darse el caso de que la tradicional salida coincidiera en día no laborable. «Algún año que cayó de sábado llegamos a subir al pico más de cien personas», comentó el presidente de la comisión, Abelardo Blanco, orgulloso de la gran respuesta de público que suele tener la fiesta de dos pueblos que durante el invierno cuentan sus habitantes por decenas.

Esa escasez demográfica no implica, sin embargo, un desapego por el mantenimiento de las tradiciones, pues según cuentan las gentes del lugar, la de Priede es una de las pocas fiestas de todo el concejo que se ha celebrado de manera ininterrumpida desde hace más de un siglo. «Hay quien dice que se canceló en el año 1934 debido a la revolución de Asturias, pero otros lo desmienten y dicen que algo de jarana hubo incluso durante la guerra», explica el propio Blanco, que también analiza desde una óptica personal esta solera festiva. «Recuerdo que cuando no había comisión de fiestas la gente por su cuenta contrataba músicos y armaban folixa en la calle», recuerda este vecino de Priede.

De momento y para hacer gala de esa herencia fiestera, ayer mismo por la tarde comenzaron los actos a partir de las cinco de la tarde con un campeonato de parchís al que siguió una merienda de confraternización, la lectura del pregón por parte de la vecina Marlén Díaz y una verbena amenizada por las orquestas «Reconquista» y «Bahía». Actos que hoy continuarán con la tradicional misa solemne y procesión a partir de las 13,30 horas y un campeonato de tute por la tarde que culminará con una nueva verbena, poniéndose punto y final a los festejos mañana por la tarde con juegos infantiles, teatro y una última verbena protagonizada por José Manuel Iglesias.