Optar por la vía de la espantada antes que enfrentarse al clamor de todo un pueblo. Eso es lo que hicieron los dos veterinarios de la consejería de Agroganadería que ayer tenían una cita para marcar las once reses presuntamente afectadas de tuberculina del ganadero de Loroñe Gaspar Costales, pero que finalmente no se presentaron en la finca. Allí les esperaban unas cuarenta personas que pretendían mostrar su solidaridad con un Costales que en los últimos meses se ha visto afectado por varios falsos positivos.

Fue en el mes de enero cuando la detención de la tuberculina en una res que había pasado por Loroñe y que se encontraba en Canarias supuso la paralización de la explotación del vecino. A partir de entonces se hizo a todas sus vacas la prueba de la paletilla, que dio negativo en todos los casos. Sin embargo, en el análisis por gamma-interferón 19 dieron positivo y tuvieron que ser sacrificadas. Una vez muertas, una nueva prueba determinaba que no estaban infectadas y eran aptas para su consumo, por lo que se compensó al ganadero con un euro por kilo de carne. Para terminar de complicar la situación, de forma sorprendente, una nueva prueba gamma-interfenón señalaba que una de las vacas que había sido consumida estaba afectada por la tuberculina.

Esta situación afectó de forma importante a la explotación ganadera de Costales que, además de perder crédito como productor, vio cómo se paralizaba su trabajo y perdía 19 de sus reses por un precio irrisorio comparado a los que establece el mercado. Hechos que ahora vuelven a amenzarle después de que un nuevo análisis arrojase que once de sus vacas están infectados y deben de ser sacrificadas y que ayer mismos debían de ser marcadas por los veterinarios de Agroganadería.

Conocedores de la situación, unos 40 vecinos y ganaderos de los concejos de Piloña, Parres, Caravia y Colunga mostraron su solidaridad esperando junto a él la llegada de los profesionales. «Sé lo dura que es la vida del ganadero y esto me parece un atropello absoluto», declaraba la vecina de Gobiendes Carmen Vallina, mientras otra apelaba a la sensibilidad de las autoridades para terminar con una actuación que cada vez afecta a más ganaderos de toda Asturias. «Con esta manera de proceder sólo demuestran que son gente sin sentimientos y carente de humanidad», declara la también habitante de Gobiendes Delfina Álvarez.

Todo ello, mientras la multitud esperaba y un veterinario independiente inspeccionaba las vacas para valorar si tenían alguna enfermedad. «Están perfectamente; aunque puedan tener un aspecto delgado, las tudancas son así por su genética, no por patologías», explicó el veterinario de Pola de Laviana David Serrano a los asistentes.

Sin embargo, la espera fue en balde, ya que los veterinarios no se presentaron en la finca, sino en la vivienda de Costales, acompañados de dos agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. «Me dijeron que firmase un acta de que mi marido no estaba y que les diese el DNI o me sancionarían con 300 euros», señaló la mujer de Costales, Ana María Joglar, una vez ya en la finca para comunicar a su marido lo ocurrido. «No entiendo que pretenden porque siempre vienen a la finca y esta vez se excusan en que no estaba en casa para recibirlos», declaró Costales.