La Consejería de Sanidad investiga la muerte de una llanisca, María Oliva Barreiro García, de 38 años, y del bebé que estaba a punto de dar a luz, durante la madrugada del lunes en el hospital de Arriondas. La mujer, que había pasado con normalidad la última revisión del embarazo, el pasado viernes, fue ingresada para controlar un proceso febril que se desató el domingo. Acudió por su propio pie al centro sanitario, donde ayer estaba previsto inducirle el parto, pero ni ella ni su bebé salieron con vida.

María Oliva, según explica su hermano, Juan Manuel Barreiro, había salido de cuentas el pasado día 8 de octubre y había superado con éxito la última revisión rutinaria. "El médico dijo que el niño estaba bien y que sería muy grande", apuntaba. El domingo por la tarde, con unas décimas de fiebre, la mujer acudió en compañía del esposo de su prima, Raúl Campo, al centro de salud de Llanes. "En el ambulatorio le diagnosticaron una infección de orina y la enviaron a Arriondas para que desde allí le controlasen la fiebre de cara al parto que le iban a provocar hoy (por ayer)", relató su hermano. Así que, en compañía de su padre, acudió al hospital, donde los médicos procedieron a monitorizarla para tenerlos controlados a ella y a la criatura.

"Pensamos que le dieron un medicamento para bajarle la fiebre y después oxitocina para provocarle el parto. De repente, y mientras se encontraba con su pareja, empezó a sentirse mal, le dio el primero de los infartos y le abrieron para hacerle la cesárea. Sacaron al niño muerto y trataron de reanimarlo durante 45 minutos. A mi hermana la vaciaron por dentro, le sacaron el útero y la matriz, y le metieron cinco bolsas de sangre, pero no consiguieron parar la hemorragia de la cesáera", narraba el hermano de la fallecida.

Juan Manuel Barreiro prosigue su relato: "Cuando estaban en la sala de espera llamaron a los familiares para meterlos en otra sala. Entonces salieron con una camilla por otra puerta para meterla en la ambulancia. Todo fue muy raro. A ella solo se le veía el pelo e iba con los ojos en blanco", explicó Raúl Campo.

Según la información que ha podido recabar la familia, la mujer, en evidente mal estado, fue trasladada al hospital de Cabueñes, donde llegó en parada cardiorrespiratoria. Dicen que sufrió hasta seis infartos. Fernando Pérez, cuñado de María Oliva, explica que los médicos que recibieron a la parturienta en el centro sanitario gijonés se negaron a firmar su defunción y llamaron a la policía judicial: "Sólo sabemos lo que los médicos de Cabueñes nos contaron, de los de Arriondas no sabemos nada".

El hermano de la fallecida aseguró que ésta, madre primeriza, tuvo un embarazo buenísimo. "Era un niño muy buscado y estaba perfectamente sana, no tuvo ni vómitos ni nada. Mi hermana pidió desde el primer momento del embarazo que no quería que la suministrasen ningún tipo de antibióticos ni epidural. De hecho, mis padres se lo dijeron a los médicos cuando llegaron a Arriondas. Solo tomaba nolotil para los dolores de cabeza", dijo.

Tras realizársele la autopsia en Oviedo, y pasadas las nueve de la noche, el cadáver de la llanisca llegó entre la desolación de familiares y amigos al tanatorio de Llanes. Un lugar donde, ya desde por la mañana, se encontraba el cuerpo del bebé.

A la vista de los acontencimientos, el Principado aseguró ayer que abrirá "un procedimiento de información reservada" para conocer con exactitud qué sucedió. Para ello se recabarán datos para conocer en qué estado ingresó la mujer, su historia clínica, qué tipo de embarazo había tenido y qué actuaciones médicas se le practicaron. Estos datos y el resultado de la autopsia conformarán el mapa final de lo sucedido para informar a la familia. De momento, ésta tiene claro que se trata de una negligencia y ya ha puesto el caso en manos de un abogado.

La consternación por lo sucedido era ayer la tónica dominante en la villa de Llanes. Los familiares de la mujer estaban en estado de shock por lo acontecido y apenas podían articular palabra. Se trata de una familia muy conocida en la capital del concejo, donde regenta la sidrería El Pescador, ubicada en la calle Manuel Cue.