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DIÁLOGOS ORIENTALES | ALBERTO FERNÁNDEZ GIL, BIÓLOGO, AUTOR DE UNA TESIS DOCTORAL SOBRE GRANDES CARNÍVOROS

"El lobo es un chivo expiatorio, una cortina de humo, los problemas de la ganadería son otros"

"Hemos constatado que, a más controles, más daños; se matan cánidos, pero no se resuelve el conflicto porque influyen otras cosas, por ejemplo, que el manejo del ganado se ha relajado"

"El lobo es un chivo expiatorio, una cortina de humo, los problemas de la ganadería son otros"

-¿Cuáles son las conclusiones más destacadas de su tesis doctoral, en lo que al lobo se refiere?

-El resultado es que hay una componente biológica en los daños que provoca, pero hay otras que no lo son, que son humanas, como el manejo del ganado, los subsidios, los compromisos que los ganaderos asumen con las ayudas, a quién se le pagan los daños... Si la sociedad ha decidido que a un paisano hay que pagarle un dinero por daños de lobo habrá que ver si está recibiendo subsidios de ganadería de montaña y de un espacio protegido y cómo tiene su ganado. Porque si está recibiendo subsidios y tiene el ganado como le sale de las narices, puede hacerlo, pero lo mismo no es merecedor del pago de los daños.

-¿Cómo cree que se soluciona el conflicto del lobo entonces, eliminando los subsidios?

-No. En primer lugar haciendo un buen diagnóstico. El Principado justifica los controles de lobo para rebajar los daños, pero no lo consigue. Nosotros hemos comprobado que a más controles, más daños. Y el Principado maneja informes que han llegado a las mismas conclusiones. Los controles tienen poco que ver con el volumen de los daños y las medidas de gestión no están teniendo efecto, pero aunque lo tuvieran tampoco estarían justificados. Un símil: si tenemos un problema de incendios y la Administración quisiera cortar todos los árboles para resolverlo, no estaría justificado hacerlo. En España se desbrozan miles de hectáreas de matorral todos los años, dicen, para acabar con los incendios. ¿Se resuelve el problema? No. Con el lobo pasa lo mismo: se matan lobos, pero no se soluciona el conflicto.

-¿No es un problema de sobrepoblación de lobos?

-En absoluto. En Asturias hay un millón de personas y trescientos lobos. Con mucha frecuencia las administraciones tratan estos conflictos entre humanos y grandes carnívoros como si fuera un problema estrictamente numérico. Un ejemplo: la Administración asturiana, al margen del pago de los daños, invierte casi todo su esfuerzo para resolver el conflicto en matar lobos. Como si ese problema estuviera causado por la abundancia de los animales. Lo que hemos visto, igual que otros investigadores, es que el número de predadores es un asunto llamativamente menor. Y que en los daños influyen otras cosas.

-¿Cuáles?

-El manejo del ganado es la más importante de todas. Es evidente que no se realiza un manejo adecuado del ganado, aunque los ganaderos califiquen al actual manejo de "ganadería tradicional". La ganadería de ahora no tiene nada que ver con la de hace treinta años.

-¿Cuál es la diferencia?

-Por ejemplo, hace treinta años las ovejas estaban siempre en presencia de un pastor. La desaparición de animales era impensable entonces. Hoy sí, hoy puede perderlas todas, porque en días no han ido a verlas. El manejo del ganado ha cambiado absolutamente.

-Exigir a los pastores que trabajen igual que hace treinta años sería como obligar a otros profesionales a que volvieran a escribir a máquina o que dejaran de utilizar ordenadores...

-No estoy diciendo que el manejo actual sea malo o bueno, ni mejor o peor que el de antes, ni que haya que volver a aquel manejo. Los ganaderos deben manejar su ganado como crean conveniente. Sólo constato que el manejo ha cambiado y que ahora el ganado es más vulnerable, a los ataques de los lobos y a mil cosas más. Volvamos a los subsidios, un asunto tan opaco, tan oscuro y a veces tan obsceno. Hace treinta años no había subsidios, que, en principio, son ayudas públicas para compensar unas rentas bajas, unas dificultades de explotación y de manejo... No sé si es una causa o un efecto, pero desde que hay subsidios públicos el ganado se maneja de manera diferente.

-¿Por qué?

-Porque esas pérdidas son ahora menos dramáticas para el ganadero, que tiene compensadas sus rentas con esos subsidios. Además, el Principado es la única comunidad que paga todos los daños verificados. El manejo del ganado, sin ninguna duda, se ha relajado. Y esa inyección de dinero público es evidente que ha favorecido el intrusismo y la llegada de cazaprimas. Los ganaderos profesionales se están empezando a quejar, con razón. Aquí el propietario de ganado recibe lo mismo sea profesional a título principal o no. Hace años que estamos pidiendo al Principado que diga cuántos de los que solicitan pagos por daños son ganaderos a título principal. Nunca nos lo ha dicho. Intuyo que la mayoría no lo es.

-Hace treinta años no había lobos en los Picos asturianos.

-Las tasas de mortalidad de entonces y de ahora seguramente son muy parecidas. Los lobos afectan al 0,6 por ciento de la cabaña ganadera de Asturias y la tasa de mortalidad de la ganadería en extensivo es del cinco por ciento. Eso quiere decir que haya lobos o no los haya las tasas de mortalidad del ganado son muy parecidas.

-¿Entonces, cree que el lobo no es el problema?

-El lobo es una cortina de humo. El sector tiene otros problemas: el relevo generacional, el manejo del ganado, la renegociación de la PAC, el intrusismo... En Badajoz no hay lobos, pero los problemas son los mismos que en Asturias. Aquí la Administración ha encontrado en el lobo un chivo expiatorio. Y, sorprendentemente, hasta los sindicatos ganaderos enfocan los problemas del sector en el lobo. Pero aunque se exterminaran los lobos, el sector ganadero seguiría con los mismos problemas.

-¿Por qué el conflicto se ha radicalizado tanto en los Picos?

-El parque nacional paga unos 20.000 euros al año por daños y los ganaderos de los Picos reciben 7,5 millones en subsidios. Es como si una persona con mil euros de sueldo tuviera un problema de un euro. Y que ese euro hiciera que se irritara tanto que pusiera contra las cuerdas a la Administración y a la sociedad. Pero es que, además, ese euro ha sido subsidiado previamente por si pudiera tener ese daño. Y además, la sociedad, en la mayoría de los casos ese euro lo vuelve a pagar. Los lobos afectan al cinco por ciento de los ganaderos de Asturias y al 0,2 por ciento de la renta. Si eso es un problema económico yo no entiendo nada. Me parece bien que se subsidie a los ganaderos y que estos manejen su ganado como deseen. Lo que no me parece bien es que, recibiendo esos subsidios públicos en un parque nacional exijan el exterminio de los lobos. Y lo que me parece inconcebible es que la Consejera diga que la situación es insostenible. Eso es demagogia pura.

-Los ganaderos dicen exactamente lo mismo.

-La Consejería no ha atendido a los ganaderos más razonables y leales, los ha desatendido escandalosamente. Por el contrario, ha atendido a los más radicales, broncos y agresivos. La actual radicalización es el fruto, la consecuencia. La Administración gestiona el lobo a golpe de titular. Soy muy pesimista en materia de conservación.

Biólogo e investigador

Alberto Fernández Gil es biólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Nacido en Bilbao hace 53 años, trabajó en la Universidad de Oviedo, donde ha elaborado su tesis doctoral, sobre el comportamiento y la conservación de osos y lobos en ambientes humanizados, codirigida por Mario Quevedo y Javier Naves. Vive en Asturias desde hace 25 años. Antes en Somiedo, Moal y Proaza y ahora en Avilés. Entre sus conclusiones, que cuando hay controles de lobos, se registran más daños al ganado. Es miembro desde hace diez años del Consejo Consultivo del Plan de Gestión del Lobo.

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