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DIÁLOGOS ORIENTALES | JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ, "TITI", PESCADOR HOMENAJEADO POR LA SOCIEDAD "EL ESMERILLÓN"

"Vienen turistas a comer pescado del Sella y no pueden; debería poder comercializarse"

"Si un día se escapan los esturiones de la planta que quieren hacer en el río Piloña, nos acaban con él"

José Antonio Martínez, "Titi", junto al río Sella, con una fotografía suya pescando. Lucas Blanco

Arriondas (Parres)

-Es un pescador "de toda la vida", ¿cuándo empezó?

-Vivía en Triongo, a la orilla del río, y a 300 metros tenía el pozo del Arco, que fue donde empecé mis "pescatas". A los 13 años ya pesqué un salmón y de ahí en adelante. Siempre compaginé la pesca con el trabajo. Dedicaba el mes de vacaciones, que solía ser el de mayo, el mejor en aquellos tiempos. Y las horas libres las usaba para pescar en todos los empleos que tuve. Incluso cuando tenía el comercio, antes de abrir por la mañana, tuve veces de llegar con dos salmones del río. O a veces quedaba la mujer en la tienda y me iba a pescar. Siempre aproveché mucho lo de la pesca y, desde que empecé, los instrumentos los hacía yo mismo.

-Es también muy aficionado a la caza.

-Sí, y fui taxidermista, disecaba. Fui colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente en los años sesenta, le guardaba los cuerpos de los animales en formol y les ponía una etiqueta con el lugar en el que se habían cazado. Después se los llevaban para hacer estudios. De aquélla había menos especies protegidas que ahora, se disecaba toda clase de bichos, hasta urogallos disequé. Lo mío era la caza y la pesca, y sigue siéndolo, todavía voy a cazar, y a pescar, por descontado.

-Lleva más de sesenta años en las riberas, ¿quién cree que ha estropeado los ríos?

-Vino la contaminación, y a los salmones, las truchas y los reos les atacó una enfermedad, un hongo que crían, y se fueron extinguiendo. Ahora los ríos empiezan a recuperarse un poco. Soy colaborador de la sociedad "El Esmerillón", de la que tengo el número doce de socio, y todos los pescadores vamos a limpiar los ríos y repoblamos con truchas. Ahora tenemos el problema de que los cormoranes, que hay una cantidad exagerada, se comen las truchas con que repoblamos.

-¿Cree que la planta de esturión que va a abrir en Sotu Dueñes, en el Piloña, afluente del Sella, podría perjudicar el río?

-Hay gente que dice que no perjudica, pero si un día se les escapan los esturiones nos acaban con el río, porque comen lo que sea. Al río no le va a sentar bien, sería un depredador más para lo que pescamos.

-¿Qué le parecen las restricciones puestas por el Principado para la próxima temporada de pesca?

-Antes pescábamos más días y los cupos eran mucho más grandes. Ahora está muy restringido con estas normas, este año nos dejan pescar cuatro salmones, unos pocos días a la semana, y así va. Tendrían que repoblar más, poner en funcionamiento todas las piscifactorías que hay. Aunque muchos biólogos dicen que las repoblaciones no resultan, pero sí resultan. Nosotros tuvimos alquilada una en Sevares, criamos salmones y los marcamos. A los cuatro o cinco años ya se pescaron en el río, así que da resultado. La trucha ahora se está repoblando y, como llevamos pocos años, hay, pero es pequeña todavía, no da la medida. Pero está funcionando.

-¿Cuál fue su pieza más memorable?

-El salmón más grande que pesqué fue de 13,600 kilogramos en La Cueva, en Margolles. También los cogí de doce, de diez kilos, antes había salmones. En una ocasión, en media hora de cucharilla salieron tres salmones. Ahora en media hora, si pescas un salmón, aunque te sobre tiempo, ya tienes que retirarte.

-¿El río era una ayuda económica?

-Sí, yo de aquélla no sé lo que ganaba en la fábrica de Arias, pero mil ochocientas (pesetas) al mes o por ahí, y cogías un salmón y te valía tanto como lo que ganabas en todo el mes. Siempre ayudaba mucho, los pescadores de estos buenos, como Ramón de Fermín, Luis el Barquero Fuentes, con el que aprendí a pescar, Kiko el Molinero o Mongo, esos ganaron mucho dinero con la pesca. Eran temporadas enteras y pescaban en la temporada igual setenta u ochenta salmones. Había otro pescador, Félix el de Omedina, con él aprendí a pescar algo a la mosca. Me hizo él una cola de rata con una cuerda de cantero, la tiñó con yedra y rama de nogal para que tuviera un color verdoso. Y para el primer salmón que yo saqué me hizo un carrete con madera de boje para pescar "El Capilla", que era el padre del gaitero mayor de Asturias. Este hombre venía a Arriondas e iba para Margolles en bicicleta suelto de las manos y tocando la gaita, lo vi yo de crío.

-¿Venían turistas a pescar al Sella?

-Sí, hace años, cuando estaba esto mejor, venía mucho turista a pescar de Barcelona, de Madrid, de muchos sitios, cogían el hotel y estaban dos o tres días pescando. Pero ahora, al estar tan restringida la cosa, no. Hay muchas menos solicitudes, no siendo gente a la que le toquen los cotos buenos, Tempranes, Cañu, la gente no los coge, porque ya sabe que viene y pierde el viaje.

-Usted tuvo un comercio en el que vendía aparejos de pesca, ¿lo notó allí también?

-En la tienda se nota mucho, porque antes se vendía bastante de pesca y ahora ya se vende mucho menos. Antes había veces que iba para la tienda a las siete de la mañana para dar cebos y ya hacías unas ventas. Compraban caña, carrete, hilo, nailon, pero ahora hay mucho menos. La gente viene cada vez menos.

-¿Cree que la normativa debe cambiar para que el río vuelva a ser fuente de ingresos?

-Sí, estaría bien que cambiara y se pudieran pescar más peces, siempre ayuda y, en esta época, más todavía. También estaría bien que se pudieran vender el salmón y la trucha, vienen turistas que quieren comer pescado del Sella y no pueden porque no se puede comercializar. Antes, en cualquier parte podías comer truchas del Sella o un salmón, pero ahora no. Lo vendíamos en los bares y en los hoteles, de aquélla. A la hora del mediodía, que es cuando sale el cebo, cogíamos un cesto de truchas y, con las mismas, a venderlo al bar. No me acuerdo a cómo las vendíamos, pero se sacaba un jornal curioso.

-¿Qué tal ve a las nuevas generaciones de pescadores?

-Ahora se aprendió mucho de la pesca, hay muy buenos pescadores jóvenes. Estos de los que hablaba yo son de los antiguos, eran los que más estaban por el río, pero hay chavales jóvenes que pescan muy bien. Hay gente que monta anzuelos para trucha y salmón, muy habilidosa para hacer cosas. Antes pescábamos con caña de bambú que íbamos a cortar en el menguante de enero, cerca de Gijón, a unos cañaverales que había muy grandes. Después las echábamos encima de los camiones de la leche y las traían ellos hasta aquí.

Una vida dedicada a la pesca

José Antonio Martínez, "Titi", nació en Pravia, en enero de 1937, pero con seis meses se trasladó junto a su familia a Arriondas, pues su padre, capataz de obras públicas, había sido destinado allí. Empezó muy joven a trabajar en una ferretería como dependiente, y ya entonces empleaba todas sus horas libres para ir a pescar, una afición que empezó a practicar con 13 años. Estuvo en este comercio hasta que se fue a hacer el servicio militar y a la vuelta entró en Mantequerías Arias, una empresa local, y también allí dedicaba su tiempo libre a la ribera. Finalmente, en 1984, Titi abrió una tienda de caza y pesca en la que despachó hasta el año 2004, cuando se jubiló. Ahora ha traspasado el establecimiento y se ha volcado en sus dos pasiones, la pesca y la caza. Es el socio número doce de la sociedad "El Esmerillón", con la que colabora asiduamente y que el próximo sábado le rendirá un homenaje en la Casa de Cultura de Arriondas. Será dentro del decimoctavo memorial "Manuel Martínez, el Gordo", y tras la asamblea general del colectivo. A las 19.00 horas y después de la charla "Saltando de piedra en piedra", se le entregará el galardón. A continuación, disfrutarán de una espicha en el restaurante El Puente Romano.

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